lunes, 3 de octubre de 2011

Juan XXIII fue promotor de la paz

Angelo Giuseppe Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en Bérgamo, Lombardía, Italia y murió en Ciudad del Vaticano el 3 de junio de 1963.
Se trata del Papa Bueno, que, al ser elegido Papa, para sorpresa de todos, el 28 de noviembre de 1958, tomó el nombre de Juan en honor al evangelista.
Su pontificado fue breve pero de significativas realizaciones. De 1958 hasta 1963.
Teniendo casi 77 años para su elección, nunca le perturbó su condición de anciano. No se preocupaba por lo que podía hacer, pues era del criterio de que para el honor de un hombre bastaba con haber concebido una empresa, haber pensado, ideado, iniciar algo. Y decía que no hay que preocuparse de sí mismo y de quedar bien.
Creía en el diálogo como la mejor forma de dar solución a un conflicto.
Comunicaba simpatía, sencillez, calidez y generosidad. De buen humor.
El Cardenal Rosalio José Castillo nos ha hecho saber, en su Autobiografía, cómo era su humor.
Resulta que siendo Nuncio Apostólico en Francia, en Paris, ocurrió que le quedó al frente en una cena, una dama muy descotada. Su Excelencia tomó una manzana y se la envió a la dama. Esta sorprendida le preguntó qué significaba y Monseñor le respondió: “Cuando Eva comió la manzana se dio cuenta que estaba desnuda”.
De origen muy humilde se esmeró por lograr una buena cultura y lo consiguió. Se doctoró en Teología en Apollinare. Fue profesor y profundizó sus estudios en historia. Fue diplomático. De afán pastoral.
Siendo ya pontífice, rompió con el encierro vaticano. Se dio a la tarea de visitar personalmente iglesias y hasta una cárcel Regina Coeli, dando ejemplo de obras de misericordia.
Su temple se expresó cuando fuera capaz de reducir los lujos que, en ocasiones, llevaban obispos y cardenales, enfrentando de esa manera la curia romana. Dignificó las condiciones laborales de los trabajadores del Vaticano.
¿Cuántas encíclicas publicó?
Ocho. Siendo Mater et Magistra (1961) y Pacem in Terris (1963) las de más trascendencia porque ellas expresan el magisterio social de la Iglesia y marcaron su papel en el mundo actual.
Había que tener mucho temple para haber escrito “Pacem in Terris”, cuando había una guerra fría y se acababa de salir de la llamada “crisis de los mísiles” en octubre de 1962, hecho que la Cuba de Fidel Castro produjo poniendo en vilo a la humanidad, su existencia incluso, por la proliferación nuclear que, todavía hoy no se detiene. A Castro, Juan XXIII, excomulgó.
¿Dónde estuvo el punto culminante de su pontificado? En la convocatoria del Concilio Vaticano II, un Nuevo Pentecostés.
“Pacem in Terris” afirma que el respeto a los derechos humanos es la base para construir la paz. Pone el énfasis en la paz en una era nuclear. Es la primera reflexión de la Iglesia sobre los derechos humanos que, muchos gobiernos en los actuales momentos se niegan a respetar.
Los derechos humanos a la existencia, a la integridad personal, a tener medios para un decoroso nivel de vida, de respeto a la libertad de expresión, de religión, de libre iniciativa, de un trabajo digno, de tener democracia, de tener asociaciones, salud, jubilaciones, de atención a los ancianos, a los enfermos…
“Pacem in Terris” es por tanto la encíclica de la paz y de la dignidad de las personas, y la que se detiene a examinar y resolver los problemas relacionados con el bien común internacional en el orden económico, social, político o cultural.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo