lunes, 12 de julio de 2010

Fiesta continua en el corazón

¨Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia¨( Jn 10, 10 ).
Es harto difícil adaptarse a los cambios vertiginosos que se vienen produciendo en el presente de la humanidad. Es consecuencia de la globalización.
Hay que caminar rumbo a esa adaptación. Entretanto, ¿ qué ocurre?
Que el hombre y la mujer de la actualidad, se sienten insignificantes y ven profundamente afectadas sus vidas. Estoy generalizando..
Sufren los impactos de toda índole: económicos, políticos, culturales, en el arte, y, naturalmente, en la religión.
¿ Qué ha de hacer el cristiano católico?
Capacitarse todo lo que pueda y profundizar en la religión. Todo dirigido a la obtención de los instrumentos espirituales que le permitan interpretar los ¨signos de los tiempos¨, verlos, juzgarlos y actuar.
Es cierto, que amando a Dios, por encima de todas las cosas, tendrá todas las posibilidades de una vida feliz, no obstante, las dificultades; pero, tendrá, también, el entusiasmo necesario para dar y donarse en aras de alumbrar la opacidad del mundo complicado actual.
Es un compromiso, que conlleva el darle sentido a la vida suya la de los demás.
Es enseñar a todos que hay que recomenzar desde Cristo y reconocer a Dios en él, como dijo el santo Papa, Benedicto XVI, en el discurso inaugural de Aparecida: ¨sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano¨( 42 ).
No es en la acumulación de riqueza ni en placeres y necesidades falsos, donde radica la única, auténtica y verdadera felicidad.
La felicidad es estar cerca de Dios, de Jesucristo y del Espíritu Santo. Es ser solidarios y es compartir nuestros dones y el pan con los demás. En esto consiste el verdadero gozo.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo