domingo, 16 de mayo de 2010

Que cada persona se convierta en instrumento de paz

El mundo está urgido de paz. La Palabra de Dios invita a ser instrumento de paz. Que donde haya odio sea capaz de sembrar amor, como nos los dice, en su oración, San Francisco de Asís. Que seamos capaces de amarnos los unos a los otros, como nos lo dice Jesucristo, en su mandamiento (Jn 15, 9 – 17). “Que ese amor sea sincero” (Romanos 12, 9; 17; 18; 21).
¿Cuál paz? La que Nuestro Señor Jesucristo nos enseña en la Santa Eucaristía. La que dijo a los apóstoles: “Mi paz les dejo, mi paz les doy”.
Oremos sin cesar. Digamos, Jesús yo te amo y a través de ti, amo al Padre. Mora en cada uno de nosotros. Que seamos capaces de amar al prójimo. Que nos convirtamos en constructores de paz.
Que tengamos la valentía de rechazar la fabricación, venta y compra de armas. Que recordemos a quienes lo hacen que no recibirán la bienaventuranza de Jesús: “Felices los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios” (Mt 5, 9).
No creamos en dichos como: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”; ni en “armas para la paz”.
Sueño con la reducción al mínimo del armamentismo para dedicar los recursos a salud, educación, viviendas y trabajo, elementos indispensables para la construcción de la paz.
Las diferencias se resuelven en paz, escuchándose y en diálogo permanente.
La paz es “arco iris” que no es uniformidad sino pluralidad (El arco iris de la paz cristiana. Domingo. Año XLV. 9 de mayo de 2010).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por comentar.
Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo