domingo, 28 de marzo de 2010

Jesús no nos deja solos

“Recibirán una fuerza, el Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes para ser testigos míos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo” (Hechos 1, 8)
Ya estamos en la Semana Mayor, la Semana Santa. Han pasado más de dos mil años de aquéllos dolorosos acontecimientos de la Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo: Nuestro Salvador.
De nuevo, nos encontramos con una humanidad agobiada, en buena medida alejada de Dios y de la oración en común. De una humanidad que sufre embates de distintos tipos o de diferentes naturalezas de todos conocidos. Donde se negocia sin escrúpulos con la vida de los seres humanos.
Es momento para que pongamos nuestros corazones donde Dios quiere que los alcemos. No nos quiere tristes y distraídos. Nos invita a estar preparados para recibir una fuerza, para ser testigos de Jesús en todos los confines del mundo. (Hechos 1, 8)
Jesús nunca ha querido dejar huérfanos a sus discípulos. Antes de ser crucificado, les promete a aquellos enviarles la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. (Hechos 1, 14)
Jesús sabe que el Espíritu Santo va a actuar sobre nosotros con fuerza y poder para arroparnos y llevarnos a la vida eterna para la que Dios nos creó. El es la Verdad.
El Espíritu Santo nos hará comprender lo ya enseñado por Jesús. Trabajará en nosotros. Nos iluminará e impulsará. Creará una comunidad de Fe, de esperanza, de eternidad, sostenida por el amor y la caridad, que es amor a Dios y al prójimo, y rebosar con los dones y carismas que El ofrezca; dones y carismas que, con miedo o sin miedo, por encima de nuestras limitaciones, debemos desarrollar en bien de los demás, llevando el Evangelio (La Buena Noticia) a todos los lugares del planeta.
Está a punto de empezar la era del Espíritu y María está con nosotros para recibir la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, prometida por Cristo. (Hechos 1, 14)
Son cincuenta días de espera contados a partir de la Resurrección de Jesucristo y al final de este lapso de tiempo, en el día de Pentecostés demos paso libre para que El entre, queme y renueve, y esto se hace en la oración y en el reconocimiento de lo poco que valemos sin El.

Con Oswaldo, con la dignidad

Personalmente conocí a Oswaldo Álvarez Paz en momentos en los cuales él nadaba contra la corriente al oponerse al auto de detención dictado contra Nicomedes Zuloaga (NICO). Esto ocurrió a fines de la década del 80, y el juez que dictó el auto, Luis Guillermo La Riva López era la vedette. Oswaldo lucía como el malo de la película.
Yo no sé si tuvo razón valedera para adoptar esa postura. Yo admiré la valentía de quedarse solo en la defensa de un hombre, defensor brillante de la libertad empresarial; y como quiera que, para entonces, yo era presidente de la Asociación de Jueces del Estado Zulia, me le acerqué y le ofrecí el escenario de la institución que representaba para que expusiera los alegatos de su postura. El me dio todos sus teléfonos para que se concretara mi ofrecimiento lo que, por razones que he olvidado, no llegó a ocurrir.
Oswaldo Álvarez Paz, el primero electo por el pueblo como gobernador del Zulia, siempre fue deferente y respetuoso para conmigo. Decía cosas como “si Rafael Inciarte lo dice, es verdad”.
Siempre aprecié en el gobernador Álvarez Paz, tolerancia, decencia, honestidad y amplitud con todos los sectores de la sociedad civil.
Oswaldo Álvarez Paz es de los políticos que despierta credibilidad; difícil que ocurra lo mismo en otros políticos. Oswaldo es de formación, de discurso brillante y sustancioso. Es vehemente y es apasionado en la defensa de sus opiniones.
Yo no vacilé en permitirle el ejercicio de sus defensas cuando se presentó un conflicto entre el gobierno regional y el poder judicial zuliano; enfrentándome a algunos jueces superiores que negaban esa posibilidad. Recuerdo que, ni Oswaldo, ni Domingo Roa Pérez, a la sazón Arzobispo de Maracaibo, querían ser recibidos por la asamblea de jueces. Yo logré persuadir a ésta, y ambas autoridades, civil y religiosa fueron recibidos y pudieron esgrimir sus alegatos para encontrar la solución del conflicto.
Todas estas cosas ocurrieron en el Colegio de Abogados del Estado Zulia, siendo yo, presidente de la referida Asociación.
Qué opiniones han sido vertidas sobre Oswaldo Álvarez Paz?
Muchas, tanto nacionales como internacionales; pero me permito citar una y para tales efectos procedo a copiarlas: “Oswaldo Álvarez Paz, es un político distinto, por que no tiene temor a nadar contra la corriente, por que defiende con coraje sus puntos de vista en un país donde el guabineo es lo que impera. Un hombre de las nuevas generaciones que ha estudiado con ahínco las realidades nacionales, que no practica la política para medrar, que no le importa chocar, que no le importa denunciar, que no le importa debatir, que no se somete a las viejas verdades heredadas, sino que las desafía, que se ha propuesto descender del Olimpo para comunicarse directamente con el ciudadano”
¿De quién es esa opinión? De José Vicente Rangel. Producidas al momento de la presentación del libro de Oswaldo Álvarez Paz “El Círculo Vicioso de la Droga” que “propone toda una política para enfrentar el problema del narcotráfico. Una política para el Estado, para armar ideológica, cultural y comunicacionalmente a una sociedad inerme como la nuestra. Una política coherente, nacional, a diferencia de las políticas incoherentes, epilépticas y deshilvanadas que hoy en día existen” (JVR).
Hoy, Oswaldo Álvarez Paz, es un preso político del gobierno que preside Chávez, por denunciar lo que podría ser hasta un caliche, los nexos presuntos y no tan presuntos del gobierno nacional con la narcoguerrilla (FARC), con el narcotráfico, con la ETA y con el terrorismo. Se le pone preso como una manera de ir contra el Zulia, su dignidad, contra la descentralización (OAP es ícono de ésta) y contra el desarrollo de este Estado.Contra el miedo defiendo la dignidad del Zulia y me solidarizo con Oswaldo Álvarez Paz. Solicito su libertad inmediata. Lo mismo que solicito la libertad inmediata de todos los presos políticos de este régimen que se desmorona. Por esas razones estuve presente en el acto de la dignidad zuliana el viernes 26 de Marzo de 2010 como homenaje solidario para con el zuliano mayor. Acto celebrado en la URU de esta ciudad.

domingo, 21 de marzo de 2010

¿Un juicio de mayorías?

A Jesús lo arrestan en la madrugada. Parece que, la noche, ha sido momento para fraguar las peores acciones del hombre, con honrosas excepciones.
La traición de Judas se ha consumado.
Esa noche de la pasión, Jesús dijo: “Me muero de tristeza” (Mt 26, 38). Y fue tal la angustia, que sufrió de hematidrosis, o sudor de sangre.
Lucas afirma que, fue tal la angustia, que “le chorreaba hasta el suelo un sudor parecido a goterones de sangre” (Lc 22, 4).
Jesús se abandona en la voluntad del Padre y acepta ésta.
Su condición de Dios, hecho hombre, le hace sufrir, sin ser pecador, la naturaleza pecadora de todos los hombres y mujeres.
Hecho preso, comienzan las maniobras para enjuiciarlo a como dé lugar. Caifás, junto a su suegro, ambos sumos sacerdotes, ancianos codiciosos, soberbios, desvergonzados y corruptos, amantes de las riquezas mal habidas.
Pues bien, es de madrugada. Ambiente no siempre destinado para orar, rezar y dormir, sino para acciones de otra naturaleza. Caifás tiene deferencia para con su suegro y le permite que interrogue al detenido. Es un interrogatorio que se celebra en la mansión de Caifás, quien, con su astucia, maniobra, procediendo a convocar al consejo de judíos – el sanedrín – a su casa, para proceder a enjuiciar al Hijo de Dios.
¿Por qué en su casa?
Por la relevancia del juicio. Caifás no quería que trascendiera. Además, porque el pueblo estaba de fiesta. Se celebraba la vigilia pascual, y el Templo, en Jerusalén, estaba abarrotado, y un juicio de connotaciones políticas y religiosas no podía celebrarse ante tal gentío.
Jesús permanece en silencio. Ya él ha hablado públicamente a todo el mundo y nada tiene que ocultar.
Lo quieren acusar, pero necesitan dos testigos, porque la ley establecía claramente que “sólo por la disposición de dos o más testigos se procederá a la ejecución del reo. No se le ejecutará por la deposición de un solo testigo” (Deuteronomio 17, 6).
Saben que es inocente. Quieren valerse de todo para condenarlo. No cuenta para Caifás y los del consejo de judíos, que están ante la Verdad, ante Dios hecho hombre para salvarnos de los pecados.
¿Y qué es la Verdad? Pregunta Pilatos.
Poncio Pilatos es ese gobernante, escéptico, desconfiado, incrédulo, indiferente y frío. Es ese tipo de político que sólo tiene una verdad: no creer en nada, ni en el bien ni en el mal. Es ese tipo de político o gobernante que se encoge de hombros, que se lava las manos, ante un dilema moral y traslada a la mayoría la decisión. Desdeña apoyarse en la verdad, en la justicia, en la caridad y en el bien, aunque sabe, está convencido, de la inocencia de Jesús. Sólo le interesa el poder por el poder.
Ese juicio lo “resuelve” la mayoría que, está comprobado no siempre tiene la razón. Que prefirió a un presunto delincuente o presunto luchador político – Barrabás – y despreció a un inocente, solicitando su crucifixión. El Plan de Dios iba a costar sangre, pero estaba destinado a llevar al hombre, que abusó de su libertad, a la vida eterna para la que fue creado.