viernes, 3 de octubre de 2014

No permitamos que nos arrebaten la alegría

“…, y nadie os podrá quitar vuestra alegría” (Jn 16, 22).
Si algo valioso hemos de cuidar, es nuestra vida interior. Allí nuestra voluntad – que debemos cultivar – debe mandar por siempre. Hombre  de recia voluntad, es el que  tiene su voluntad en sintonía  con la voluntad de Dios.
Debemos evitar caer en vacío interior, en aislamiento, en estar anclado en sí mismo. Nuestra vinculación ha de ser con Jesucristo, porque con él nace y renace la alegría.
Nada más perjudicial que caer en tristeza. Podría estarse a un paso de la depresión. Parece increíble, pero, según estadísticas serias y científicas, los índices de estados depresivos son alarmantes en países donde hay abundancia de consumo de bienes materiales.
Según Francisco, “es una tristeza individualista, que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada” (Evangelii Gaudium, 1).
Siempre debemos proyectarnos en la sociedad y servirle con gratuidad. No decir, como recientemente sostenía un profesional de la medicina, que él no iba a atender más a pobres sino sólo a ricos. Que con 8 pacientes en la mañana a 1500 Bs., la consulta, y otros 8, en la tarde, más que suficiente, amén las operaciones. Otro, se negaba a operar a un paciente porque le faltaban 2000 Bs.  para cubrir los elevados honorarios profesionales. Ya no hay espacio, en esa conciencia, para los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien.
Que quede claro que no sólo ocurre en el ámbito de los médicos – no digo que todos actúen de la misma manera, Dios quiera que sea así – sino en el campo de una sociedad enferma de indiferencia, de avaricia, de codicia, de falta de sensibilidad, de no tener compromiso con el prójimo, de no compartir. De bachaquear para vender medicinas escasas, con precios por el cielo, alimentos con ganancias de hasta 700 por ciento. De restaurantes que hasta es un peligro por sólo mirarles (fácil es una factura de 10.000 bolívares por un almuerzo sencillo)… y dejo de contar. Es dramática, dura, la situación que se “vive”. Hace que la alegría no se viva del mismo modo. Pero ella, es capaz de permanecer “como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo” (EG, 6).
El Papa Francisco “invita a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso” (EG, 3).
Dios espera cambios de actitudes, aguarda por el arrepentimiento. Jesús nos habla del perdón, de perdonar siempre, al que se arrepiente.
Estoy seguro que quien tiene una conciencia pura, quien ha aceptado a Cristo en su vida, es persona de alegría. Siente la alegría evangélica, al leer la Biblia.
En las Sagradas Escrituras encontrará: “Alégrate es en el saludo del ángel a María (Lc 1, 28); la visita de María a Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre” (cf. Lc 1, 41). En su canto María proclama: “Mi espíritu se estremece de alegría en Dios, mi salvador” (Lc 1, 47). Cuando Jesús comienza su ministerio, Juan exclama: “Esta es mi alegría, que ha llegado a su plenitud” (Jn 3, 29); “Jesús mismo se llenó de alegría en el Espíritu Santo” (Lc 10, 21); El promete a los discípulos: “Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría” (Jn 16, 20) ( EG, 5).
Francisco nos pide, a través de una interrogante, que entremos en ese río de alegría.
Termino estas notas citando largo y extendido a nuestro santo Papa: “la sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar alegría”. Es criterio de Pablo VI que el Pontífice actual hace suyo. Y agrega: “Puedo decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida son los de personas muy pobres que tienen poco a que aferrarse. También recuerdo la genuina alegría de aquellos  que, aun en medio de grandes compromisos profesionales, han sabido conservar un corazón creyente, desprendido y sencillo” (EG, 7).

lunes, 22 de septiembre de 2014

El diálogo y medios para su éxito

“La paz se construye día a día en la búsqueda del orden querido por Dios y solo puede florecer cuando cada  uno reconoce la propia responsabilidad para promoverla” (Pablo VI; Pío XI).
Estamos inmersos en un planeta con graves conflictos. Francisco ha afirmado que “la tercera guerra mundial ya se inició”. Hay conflictos en las familias, en las relaciones interpersonales, en el trabajo, en la sociedad; se producen por causas tales como el egoísmo, el afán de ganancia a como dé lugar, poder, dinero, de “corazones corrompidos” que, para vender armas, “especulan con la guerra”, narcotráfico y de ilícitos de todo pelaje. La palabra luce incendiaria en los líderes y con ella generan violencia. Injusticia por doquier. Esta no se combate con la violencia. La violencia genera más violencia. La guerra más guerra. Como la paz, más paz.
Yo soy de los que me declaro abiertamente antibelicista, porque la guerra no tiene sentido. Destruye. Es degradación del ser humano. Sus pasiones, las más bajas, salen a flote y es la bestialidad la que le anima a matar, con desprecio absoluto por la vida. Tristemente se ha popularizado la decapitación – cortar la cabeza - que me hace recordar cuando Tomás Moro fuera víctima de ella, por no traicionar la fe en Cristo, su fidelidad a la Iglesia Católica. Por no apartarse de Roma.
A los guerreristas hay que aplicarles mano firme y corazón grande como, en su momento, afirmara Álvaro Uribe en contra de una guerrilla que perdió su brújula principista y el contacto con la realidad colombiana que clama por la paz. Lo sostiene el sacerdote católico Leonel Narváez Gómez en La Revolución del Perdón. La Habana es hoy escenario de un nuevo intento por lograrla. Dios quiera que sea pronto.
El fusil ha sido el camino de algunos que, luego, se han arrepentido. El camino es Cristo, el centro de mi vida. La Biblia, en mano, es la vía, es el camino, que conduce al perdón,  la reconciliación y  la paz.
Hay expertos internacionales en la resolución de conflictos que conocen la existencia de Medios Alternativos de solución de guerras o confrontaciones similares.
Esos  Medios Alternativos de Resolución de Conflictos (MARC), tales como la Negociación, la Mediación, la Transacción, la Justicia de Paz, la Sinergia, el Perdón y la Reconciliación, son más eficaces que la guerra. Esta, destruye. La Paz construye, genera más paz, lleva al progreso, al bienestar, a la tranquilidad de los pueblos.
El diálogo, del cual se habla tanto a nivel internacional y nacional, necesita del uso de esos Medios. Creo que el mejor de todos es la sinergia, que es cooperación, donde nadie pierde y todos ganan (Covey, tiene un libro, La Alternativa, que debiera ser leído por todos, que desarrolla la sinergia). Los conflictos necesitan de creatividad, de conciencia social para sacar del marasmo al planeta y convertirlo en el Reino de Dios a plenitud. Parece que los tradicionales necesitan el refuerzo de los MARC, o ¿Su sustitución?

raincbrach@hotmail.com  htpp://escritoseneltiempo.blogspot.com

Sígueme en Twitter @eeetiempo y en Facebook; Rafael Antonio Inciarte Bracho.

martes, 9 de septiembre de 2014

Noruega y su primer lugar en desarrollo humano

“El Hijo del Hombre también es dueño del sábado” (Lc 6, 1-5. Cristo proclama la primacía del hombre para hacer el bien, también en sábado).
SEMBRAR EL PETROLEO,  no ha sido, para ese país nórdico, una simple y manoseada, pero incumplida, frase.
En días pasados el otrora Santos Yorme – pseudónimo de Pompeyo Márquez en la dictadura perejimenista – afirmó que SEMBRAR EL PETROLEO es una frase que pertenece a Alberto Adriani y no a Arturo Uslar Pietri. Solicité a Román Duque Corredor, que preside la Fundación Alberto Adriani, su opinión, y, de manera parcial, textual, copio lo que me dijo: “Que visión de quien concibió el petróleo como una semilla y que el ilustre Uslar Pietri acuñó en una frase. El legado de Adriani ha sido incumplido por falta de sembradores del petróleo”.
Los resultados de Noruega de la siembra de su petróleo han sido, primer lugar en el mundo, durante años consecutivos en Desarrollo Humano. La ONU se basa en tres dimensiones para afirmarlo: “vida larga y saludable, conocimientos y nivel de vida digno” y un fondo soberano en dólares de 1.000.000.000.000, el más grande de la tierra. Se calcula que, para el 2020, alcanzará el millón de millones de dólares.
Me consta que es un país de libertad, de respeto por el Estado de Derecho, de seguridad social expresada en hospitales públicos cinco estrellas, de humanismo a toda prueba, monárquico y parlamentario, de democracia social y políticas igualitarias que les permite tener una sociedad homogénea, de enorme confianza en su gobierno, que respeta  la vida y la propiedad privada. Sus trabajadores trabajan duro, los impuestos son caros, aunque tratan de ser competitivos, los salarios les garantizan calidad de vida. Entretanto, en otros países - ¿Venezuela entre ellos? – el petróleo ha servido para crear enormes diferencias sociales entre ricos y pobres, con calidad de vida precaria.
Es Noruega un país de gente feliz, que sabe que su gobierno trabaja con la razón, con sano pragmatismo y no con la fuerza. Que es previsivo y ya se prepara para enfrentar con políticas fundadas en la ciencia y la tecnología, cuando el petróleo y el gas se acaben. Ya han comenzado a actuar en esa dirección. Hay autos eléctricos rodando por la hermosa geografía vikinga.
Sus dirigentes y su gente en general, no muestran gastos ostentosos, no hay lujosos autos con vidrios ahumados, ni se es propietario de caballos de paso, ni tiendas de carteras de marca, ni clubes nocturnos exclusivos, ni hay ricos súbitos o de la noche a la mañana, ni se asaltan los recursos que provienen de esa riqueza. La corrupción campea por su ausencia.
La Universidad de Columbia de Nueva York declaró a Noruega uno de los países más felices del mundo. La esperanza de vida al nacer es de 81.3 años, su escolaridad es de 12.6 años y el ingreso bruto per cápita es de 48.688 dólares anuales.
Saquen la cuenta, amigos lectores, de cuánto es  el salario mínimo venezolano: unos 50 dólares mensuales; lo mismo, que el monto de la pensión de los ancianos, y cuánto será el fondo soberano de reserva de nuestro país.

Decía Mario Briceño Iragorry que “nadie puede negar la ventaja que la República ha podido derivar de las fuertes sumas… devinientes del petróleo. En cambio, nadie se atreve a negar tampoco que la falta de sentido patriótico y la ausencia de espíritu de previsión han hecho de la abundancia venezolana un instrumento de disolución nacional propicio a la apertura de caminos de corrupción y de molicie… Gracias a la posibilidad de gastar a mano abierta, se ha tirado el dinero al voleo, hasta hacer el país una inmensa mina realenga que privilegiados indígenas y forasteros (éstos con mayor provecho) procuran explotar a sus anchas”. (Habla la Historia al presente en Mensaje sin Destino, del insigne venezolano citado).