domingo, 3 de enero de 2010

La lucha contra el hambre

“Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer…” Entonces, los justos dirán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer?… Cada vez que a esos pequeños den de comer, lo están haciendo conmigo” (Mt 25, 35-37-42).
Jesús vino a darle de comer su cuerpo y darle de beber su sangre a todo el que tuviera hambre y sed. Es la institución de la Eucaristía que, desde el siglo II, según San Justino mártir, se viene celebrando por los cristianos, todos los días. Es la Fracción del Pan y del Vino que, a todos, sin excepción, sin discriminación de ningún tipo, se les da al comulgar.
Pero Jesús dio, también, a esos pequeños, que son los pobres de ayer y de hoy, que alarmantemente crecen, el pan material, a través de uno de sus milagros: La multiplicación del pan. Y todos comieron hasta llenarse y sobró pan.
Son los millones de seres que padecen la miseria por falta de pan y de agua, de vestido, de salud, y, que, por tanto, no pueden atender la vida como debe ser.
Es bueno resaltar que la pobreza no es sólo material. Hay “pobrezas inmateriales”, que como dice Benedicto XVI, mi admirado y sabio Papa, “no son consecuencia directa y automática de carencias materiales. Por ejemplo, en las sociedades ricas y desarrolladas existen fenómenos de marginación, pobreza relacional, moral y espiritual: se trata de personas desorientadas interiormente, aquejadas por formas diversas de malestar a pesar de su bienestar económico” (Benedicto XVI, 1 de Enero de 2009. Jornada Mundial por la Paz. Combatir la pobreza, construir la paz).
En Cáritas in veritate, no. 27, el Papa afirma que en la era de la globalización, eliminar el hambre en el mundo es salvaguardar la paz y la estabilidad del planeta.
Hay ricos que olvidan que existen millones de Lázaros pasando hambre. Son los que viven en ostentación, en placeres de vida disipada, egoístas, codiciosos, que, al pobre no le permiten ni siquiera disfrutar de las migajas que, como comensales, tiran de la mesa. Dar de comer al hambriento es un imperativo ético, para la Iglesia, para todos los cristianos, gobernantes, ricos, y personas de buena voluntad. Es por la paz en el mundo que, tiene, en el elenco de los derechos humanos, el de la alimentación y el acceso al agua potable. La lucha es por tanto contra el hambre.

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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo