domingo, 11 de octubre de 2009

El Baralt que conocí...

Cualquiera que lea el título de estas notas podría pensar que me estoy refiriendo a nuestro insigne Rafael María Baralt, o al Liceo Baralt, donde estudié buena parte del bachillerato, o al Teatro Baralt. Se trata de un gran zuliano que recién dejara este mundo: Omar Alberto Baralt Méndez.
El Dr. Omar Baralt era mencionado por un amigo. Era yo un adolescente.
Siempre se refería a él como una excelente persona, capaz e incluso hablaba de que estaban ponderando acerca de la necesidad de crear una universidad privada en Maracaibo y el Dr. Baralt Méndez podía ser el rector. Eran los años de la década del sesenta, para ser exacto, por allá por 1965. Ya el Movimiento Revolucionario de Izquierda (MIR) se había fraccionado: entre los que estaban con la lucha de masas y los que persistían con la de guerrillas. El Dr. Omar Baralt se había inclinado por la primera, junto, a hombres como Domingo Alberto Rangel, entre otros.
Ya el Dr. Baralt se había destacado en la lucha estudiantil contra la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, en la juventud de AD y en la fundación del MIR en el Zulia.
Podría afirmarse que evolucionaba hacia ideas distintas al marxismo-leninismo que penetró la juventud de Acción Democrática. Pienso que lo hacía, hacia una democracia social o social democracia moderna actualizada.
Tenía, quien escribe, en el 66, diecinueve años de edad, con inquietudes políticas y me entusiasmó la idea de la Integración de las Izquierdas que, promocionaban Raúl Ramos Giménez, Domingo Alberto Rangel, Luis Miquilena y otros. Nacía el PRIN.
Todavía era PRN, en vía hacia su integración con el MIR-blando y con el VPN. Tomé la iniciativa de ir a inscribirme. En la calle Carabobo quedaba la sede. Esa noche me recibió el secretario general: el Dr. Omar Baralt Méndez. Dijo unas hermosas palabras de bienvenida y me firmó el carnet, que aun conservo; él, como secretario general y Ramos Giménez como presidente de la naciente integración.
Siempre le caracterizó un trato amable, elegante y atrayente. Siempre con una sonrisa.
Ingresé a la Facultad de Derecho, seguí conociéndole.
El PRIN fue efímero. Yo fui su último secretario juvenil seccional.
Nos quedamos sin militancia.
Apoyé, por invitación de mi fraternal amigo, siempre recordado, Helí Saúl Fuenmayor Ávila, a Carlos Andrés Pérez que daba muestra aperturista con su candidatura presidencial. Y encontré al Dr. Omar Baralt Méndez apoyando a CAP.
Por iniciativa de Helí Saúl, que en paz descanse, formé parte de la fundación del Escritorio Jurídico “Baralt-Rincón”. De nuevo el encuentro con el Baralt que conocí… siempre amable, cordial y atrayente.
Fuenmayor Ávila me recomendó, ante el Dr. Baralt gobernador, para Inspector del Trabajo en el Zulia, y aceptó la recomendación de su secretario privado.
Pasaron los años, el Derecho Agrario nos acercó más. Siempre el Dr. Baralt con sus características personales de gran persona. Una vez me dijo: “Llámame Omar…” y yo nunca lo dejé de tratar de usted y de Dr. Mi trato para con mis maestros y profesores siempre ha sido así.
Hicimos mucho por el desarrollo del agrarismo. El había fundado la cátedra de Derecho Agrario en la Facultad de Agronomía de LUZ. Su tesis de graduación de Abogado fue sobre esta materia.
El Dr. Baralt era un hombre de avanzada. Progresista. Intelectual brillante, político de fuste, excelente jurista y abogado, gran profesor de LUZ en las materias Economía y Derecho Agrario. Empresario agropecuario e industrial. Exitoso en todo.
Puedo concluir afirmando que el Dr. Omar Baralt fue un icono de acrisolada zulianidad. Me sentí orgulloso de su amistad, que como toda amistad siempre fue desinteresada. Y aquí quiero detenerme un instante. Resulta que, este escrito, lo he elaborado hoy once de octubre de 2009 cuando la Iglesia ha tenido en su Liturgia de la Palabra, la importancia de la sabiduría sobre la riqueza (Sab 7, 7- 11) y el trato que Jesús da al hombre rico, al decirle si quieres la vida eterna vende todo lo que tienes y sígueme (Mc 10, 17 – 27). Dios lo que quiere es el desprendimiento, saber compartir con los demás lo que se tiene, sin acaparar para si, ni incurrir en la idolatría del dinero como bien supremo. Pienso que, yo ví en el Dr. Baralt a un hombre más interesado en el ser que en el tener aun cuando hiciera riqueza. No sabía su secreto católico: “le prometí a mi Madre, que me lo pidió antes de morir, que rezara cada noche antes de acostarme, tres ave marías y ni en mis días de guerrillero dejé de hacerlo” (Lo reveló Monseñor Roberto Lücker, quien pudo imponerle los santos óleos antes de morir, según Julio Portillo en sus Palabras, el 30 de septiembre del 2009, para despedir sus restos). Y lo intuía… en el Baralt que conocí…
Recuerdo que la última vez que nos vimos me dijo: Siempre los dos hemos coincidido, sin ponernos de acuerdo, en la lucha por la democracia y la libertad. Me sentí triste al verlo; pero alegre, orgulloso, al escucharle defender, con brillantez y valentía, nuestra democracia, amenazada de destrucción, en la sede de Alianza Popular en Bella Vista; triste porque ví que su salud le traicionaba…Al momento de su despedida, en la funeraria Zulia, el Dr. Carmelo Contreras dijo, en presencia de amigos y de mi hijo–colega, Dr. Rafael Inciarte Molero, lo siguiente: “El Dr. Baralt siempre te quiso mucho…”

viernes, 9 de octubre de 2009

¿Crecimiento o desarrollo?

No podemos perder de vista que Dios creó al hombre a imagen suya; macho y hembra lo creó. (Gn 1,27)
Esta verdad bíblica significa que, en cada persona, debemos ver a un hermano. Que a nadie debemos discriminar por ningún motivo. Amarle como nuestro prójimo y amarle como amarse a si mismo. Al hacerlo estamos amando a Dios con todo el corazón, con toda la mente, con toda el alma, la mente y el cuerpo.
Yo he sostenido y lo reitero que, la inmensa mayoría de los gobernantes y políticos tienen no sé que cosa, pero les cuesta decir que aman a Dios y al prójimo. ¿por qué será? ¿Será porque nadie les cree?. Y esto no ocurre solo en el ámbito de la política, que es la forma más cristiana de servirle al prójimo, también sucede en el de la economía.
En toda actividad hay que tener presente el amor a la persona humana y a su dignidad.
Yo estoy cansado de oír hablar de crecimiento económico. Que ha sido sostenido; pero ¡carajo! no veo el crecimiento en calidad de vida, en bienestar de la gente, en desarrollo humano integral. Escribo desde Maracaibo y quien quiera ver cómo está la ciudad que venga, pero es pareja la situación para Venezuela entera. ¿Puede hablarse de calidad de vida con secuestros, atracos, robos, asesinatos, pobreza in crescendo, carreteras en pésimo estado – con todo ser un país petrolero – apagones, inflación galopante, hospitales públicos que dan lástima, “médicos” cubanos que no son ni siquiera paramédicos…? Y todo esto ha pasado cuando ha habido crecimiento económico sostenido o seguido durante seis o siete años consecutivos y cuando los ingresos han sido superiores a más de 800 mil millones de dólares. ¿Qué será de nosotros los venezolanos cuando ahora el gobierno de Chávez anuncia que el próximo año habrá un crecimiento económico CERO?.
La economía requiere de libertad para emprender sin obstrucciones. Por supuesto de una libertad responsable. Poner la capacidad de conocimiento, de saber científico, para intuir y satisfacer las necesidades humanas. Es una actividad humana que debe ser ejercida prevalentemente por el sector privado, sin temerle a la participación del Estado; pero éste debe encargarse de garantir el estado de derecho, la seguridad jurídica de personas y bienes, con respeto a la propiedad privada y a las reglas claras, sabias y pocas.
Un verdadero desarrollo ha de ser integral, que promueva al hombre y a todos los hombres. El desarrollo no se reduce al solo crecimiento económico.
La economía es verdad requiere de libertad, pero, también de ética y no de una ética cualquiera, como la llamada business ethics, que como afirma Benedicto XVI, no es cuestión de pasar por éticas “decisiones y opciones contrarias a la justicia y al bien del hombre” (Cáritas in veritate no. 45).
Finalizo diciendo que la economía tiene que estar al servicio del hombre, de manera que, tanto la propiedad privada como la pública, contribuyan a poner en práctica el principio del destino universal de los bienes, como lo afirma la doctrina social de la Iglesia.

sábado, 3 de octubre de 2009

El progreso, es vocación

Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?
Le dice él: ¨Si, Señor, tú sabes que te quiero ¨. El maestro le ordena: ¨Apacienta mis corderos ¨. Por segunda vez le pregunta: ¿me amas? Si, Señor, tú sabes que te quiero. Por tercera vez vuelve a preguntarle: ¿me quieres?
Pedro se entristeció. Jesús, le repite: ¨Apacienta mis ovejas ¨( Jn 21, 15 – 17 ).
¨¿Aun no comprenden, ni se acuerdan de los cinco panes de los cinco mil hombres, y cuantos canastos recogieron?¨( Mt 16, 9 ).
Jesús quiere que Pedro enseñe, instruya, dé el pasto espiritual a los hombres, pero también indica que hay que tener fe, que ésta esté acompañada también, del pan material. Desea Jesús que el hombre no tenga hambre, ni espiritual ni física. Sabe que solo así el hombre tendrá paz. Se preocupa por el desarrollo humano integral.
La Iglesia, a través de las distintas encíclicas, ha promovido el desarrollo humano integral, el desarrollo de los pueblos, que no es solo y aparentemente materia económica y social, sino que tiene un carácter ético y cultural. La Iglesia propone como única y verdadera solución para la ¨cuestión social ¨ - derivada del conflicto capital – trabajo – la doctrina social que, como sostiene Benedicto XVI, tiene como principio principal la caridad que ¨adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral: la justicia y el bien común¨. Por eso, cuando la Iglesia se ocupa del desarrollo de los pueblos, no puede ser acusada de sobreponer su campo específico de competencia y mucho menos, el mandato recibido del Señor.
En el humanismo pleno que promueve no tiene ni podrá tener jamás cabida, la negación o limitación de los derechos humanos, como por ejemplo, el derecho a la libertad religiosa, el derecho a participar en la construcción de la sociedad, la libertad de asociación, o de formar sindicatos o de tener iniciativas en materia económica ¿ esa limitación no empobrece más a la persona humana igual o más que la privación de los bienes materiales ?.
Estas notas siguen la Encíclica Cáritas in veritate , del Papa, Benedicto XVI, sus referencias y citas bíblicas en ella contenidas. Y las termino recordando a la humanidad la condena severa de la lucha de clases pero haciendo la salvedad de que la paz se edifica sobre el fundamento de la justicia.
Hay que leer y releer las encíclicas Rerum novarum, Sollicitudo rei sociales y Populorum Progressio de León XIII, Juan Pablo II y Pablo VI, respectivamente, que son de permanente actualidad en esto de darle respuesta a la cuestión social en el difícil mundo globalizado del presente y sus consecuencias en detrimento del bienestar del ser humano en el planeta.