lunes, 7 de diciembre de 2015

Tomando la realidad actual; reflexiones en torno a la Octogésima Adveniens

(Dedicado al peregrino de la paz y apóstol de la esperanza el Papa Francisco)
Pablo Vi publicó la Carta Apostólica Octogésima Adveniens el 14 de mayo de 1971, con ocasión de los 80 años de haber entrado en vigencia la encíclica Rerum Novarum. Se la dirigió al Cardenal Mauricio Roy, que presidía un Pontificio Laical, génesis de la Comisión de Justicia y Paz.
Leyéndola, en concordancia con la realidad mundial y nacional, vemos que hay que dar respuestas a un mundo de cambio. ¿Cuáles serían esas respuestas? Sin duda, que aunque las realidades pueden ser iguales o parecidas difícilmente se pueda dar una solución universal. Las soluciones dependerán de cada circunstancia nacional – dentro de ésta hay diferencias entre las regiones -, obviamente, las de otros países responderán a sus condiciones sociales, económicas, culturales y religiosas. De plano, rechazo un mundo unidimensional u homogeneizado que dé al traste principalmente con las culturas de los pueblos.
El esfuerzo de las soluciones si debe ser de unidad de todos por lograrlas para un mundo de justicia y de paz.
Han crecido los cordones de miseria al lado de “megalópolis” (urbanizaciones), donde el despilfarro y el consumismo es una afrenta permanente para el proletariado que forman esos cordones. Paz con estas condiciones es casi imposible de lograr. Son las consecuencias de las desigualdades sociales, de la desequilibrada distribución de la riqueza y de carencia de vida fraterna que podría lograrse con centros culturales, espirituales, recreativos, lugares para encuentros comunitarios, que eviten el aislamiento y la indiferencia social.
Esos centros, especialmente los deportivos, podrían ser proclives al diálogo y encuentro permanentes entre jóvenes y generaciones adultas. La discriminación ha de ser erradicada en contra de jóvenes, mujeres, ancianos, minusválidos, etc. Esos centros, el arte, los talleres, conferencias, y otros similares, llevan al encuentro, a mirar al otro y no tenerle miedo. Llevan a la construcción de la justicia, de la paz, de la fe y de la esperanza de un mundo más humano.
La imaginación de las clases pudientes debe estar dirigida a crear numerosas fuentes de trabajo. A enseñar el valor de la economía y a rechazar el delito económico, ese que realiza el intermediario al aumentar arbitrariamente los precios de los productos. Se hace necesario consagrar el delito económico en las constituciones y leyes penales.
Los medios de comunicación social públicos y privados deben estar dirigidos a crear una cultura para la vida y no para fomentar el odio, el resentimiento o para la ganancia exclusiva, si son privados.  La verdad de las informaciones es sagrada. El ejemplo debe partir primero de los gobiernos en el uso de los medios que, además de respetar la verdad de la información, lo haga también con la dignidad personal de quien disienta.
Cultura por un sistema libre de contaminación. Velar por ciudades limpias, arborizadas, oasis de arte, de creación y de humanidad.
Enseñar que los conflictos se solucionan dialogando. E invertir más en educación que en armamentos.
Todo cristiano tiene el compromiso de intervenir en política al servicio de los demás; pero Pablo VI advierte que una misma fe cristiana puede conducir a compromisos diferentes. Tener conciencia de la solidez del cristianismo ante las ideologías.

martes, 24 de noviembre de 2015

Medellín quedó atrás ¿Se ha superado la injusticia en América Latina y en otros continentes?

Han pasado más de 40 años de cuando el CELAM (Conferencia del Episcopado Latinoamericano) realizara su Conferencia en Medellín. Ello sucedió entre agosto y septiembre de 1968, adoptando el evento, sus actuaciones, discursos y documentos el nombre de la ciudad que, durante muchos años, fue escenario de crueldades producto de la violencia, convirtiéndose en la más violenta del mundo. Dicen los que han ido últimamente a Medellín que es una bella ciudad donde se respira paz, bienestar y prosperidad, aunada a la cultura excelente de su gente. Colombia con altos y bajos, anda en búsqueda de la paz. Son más de 70 años de dolor, sufrimientos, asesinatos, de una guerra que pareciera no tener fin.
Fue un hecho religioso trascendente latinoamericano que fue instalado por el Papa Pablo VI, convirtiéndose en el primer pontífice en visitar a la América Latina.
Medellín es trascendente, no sólo para este continente latinoamericano, sino para Europa y otros continentes. Medellín es deudor del magisterio del Papa que lograra llevar al Concilio Vaticano II a su feliz culminación. Es un testimonio de denuncia al mundo de las injusticias que, ayer y hoy, siguen clamando al cielo. Por eso Medellín no ha quedado atrás, ni se han superado las injusticias, y el subdesarrollo, ha bajado de nivel. La realidad socio-económica indica flagrantes retrocesos en esta región y en el planeta. ¿Quién se atreve a negarlo?
En Medellín se aprobaron 16 documentos para abordar tres áreas: 1.- La promoción humana: haciéndose  énfasis, en el desarrollo, la justicia y la paz. 2.- Evangelización, crecimiento de la fe. Esta no puede estar separada de la vida. Fe y vida unidas. Fe que siguiendo a Cristo obra por el amor. 3.- Una Iglesia visible y con nuevas estructuras. Movimiento de laicos. Sacerdotes.  Pobreza de la Iglesia.
Medellín es fiel a Populorum Progressio, va a unir tres términos: desarrollo, justicia y paz. Al hablar de desarrollo se recurre a un término, devaluado en mi concepto, “subdesarrollo”. Hemos retrocedido. Medellín pudiera ser Venezuela, por ej., donde la frustración se capta al instante, diáspora, emigrantes creciendo a diario en número, violencia, asesinatos, extorsiones, secuestros, drogas, corrupción, desabastecimiento, colas infamantes para compras de lo que escasea en alimentos y medicinas, inflación la más alta del mundo; desigualdades hirientes; opresión; poder injusto; tensiones nacionales e internacionales…, sin justicia no hay paz; sin amor no hay paz; paz es fraternidad; fraternidad que viene del Príncipe de la Paz que quiere la reconciliación de todos los hombres con Dios.
A todas luces hay religiosos que se les asocia a los ricos, que no han asumido la pobreza no como la contraria a la voluntad de Dios, que es un mal; sino como vida sin lujos, sin ostentación, sin apego al dinero o a la riqueza, o como compromiso voluntario para testimoniar lo que sufre el pobre, el marginado y la creciente ola gigantesca de indignados que, en toma de conciencia, denuncian estos tipos de conducta que alejan en vez de atraer e incrementan la violencia.
Medellín condena tanto al liberalismo como al marxismo. Condena la violencia. Busca la purificación en el espíritu del Evangelio; rechaza la violencia revolucionaria que no es cristiana ni evangélica.
 ¿Se ha quedado atrás Medellín? ¿Las injusticias y las desigualdades se han por lo menos aminorado? Responda usted apreciado lector o apreciada lectora.

jueves, 19 de noviembre de 2015

La actualidad de Populorum Progressio

Cuando observamos y analizamos la realidad del mundo actual, incluyendo obviamente la venezolana, de desabastecimiento alimentario, medicinal, de artículos de higiene personal, de una inflación considerada la más alta del planeta, aunada a inseguridad personal galopante, como galopante es la corrupción, el poco aprecio o ningún aprecio por valores como la vida, el alejamiento y negación de Dios, ya no provoca hablar de subdesarrollo porque ha bajado ese nivel en la mayoría de los pueblos de la tierra.
Finalizaba el Concilio Vaticano II, por los años finales de los sesenta del siglo XX, cuando salía a la luz pública la encíclica Populorum Progressio (26 de marzo de 1967) denunciando al orbe el subdesarrollo de millones de personas y la urgente necesidad de un desarrollo humano integral y solidario, ante las injusticias del “estado actual de cosas” que, se ha agravado y hoy está sumido en lo que ha sido calificado como la tercera guerra mundial (No creo que Francisco exagera). Pablo VI fue su autor, sin duda, un gran Papa, que hoy es Beato, que llegará a ser canonizado, como ocurriera con Juan XXIII y Juan Pablo II.
Destaco que la persona humana es el fin último de todo desarrollo. Venezuela, que iba en ese camino, ha retrocedido bárbaramente en los últimos veinticinco años, principalmente, con el llamado SSXXI o revolución bonita.
No está demás enumerar las características de ese desarrollo humano integral y solidario: en lo físico, intelectual, cultural, etc. Es mala la comparación, pero se ha afirmado que hoy tenemos “chatarra humana” expresada por un pueblo sin valores, ignorante, desnutrido y sin esperanza. En eso ha devenido un país en su integralidad con excepciones de minorías grosera e inmoralmente enriquecidas. (Lo de “chatarra humana” pertenece a Gumersindo Rodríguez, recientemente fallecido).
La degradación venezolana, injusta, porque se recibió un Himalaya de recursos económicos petroleros, no es sólo de este país. Hoy los pobres y empobrecidos están a su suerte en el globo terráqueo.
El hombre necesita de un medio ambiente que lo provea de bienes de todo orden, en solidaridad con todos; pero no para un consumismo exacerbado que lo aliene. Necesita ser titular de un derecho de propiedad no absoluto; de un mundo sin violencia; de libre iniciativa pero no descontrolada; de educación y democracia; de libertad que no de libertinaje; y del respeto a su cultura.
El hambre ha de ser erradicada. Las desigualdades minimizarlas o superarlas.
Oración y acción ante lo que ocurre para que haya un mundo de justicia y paz.

viernes, 6 de noviembre de 2015

La brecha entre ricos y pobres (Rerum Novarum)

Cuando el 15 de mayo de 1891, el Papa León XIII pone en vigencia la Carta Magna de la Iglesia en cuestiones sociales, se planteó, en dicha Encíclica, que, la problemática dantesca de los obreros, era de solución urgente. Ese planteamiento poco fue atendido porque no pasó mucho tiempo cuando se produjeron las dos guerras mundiales con sus consecuencias de sangre, lágrimas y dolor de los pueblos en pugna, donde más de cien millones de seres humanos perdieron la vida. El totalitarismo nazi-fascista llevó la batuta con el holocausto que mató a millones de judíos, por razones racistas, y los trabajadores fueron esclavizados. La URSS, con Stalin a la cabeza, después de la segunda de esas guerras, la más espantosa y cruel, con el socialismo real (comunismo) como sustento, asesinó a millones de seres y los campos de concentración emulaban los nazistas o hitlerianos. La producción económica se mantenía con la esclavitud de los proletarios.
La situación actual es de exclusión. La brecha entre ricos y pobres es alarmante y crece cada día.
Rerum Novarum nacía para condenar el socialismo porque negaba la propiedad privada y apelaba a la lucha de clases, excitando a los pobres a odiar a los ricos; condenaba, también, al capitalismo liberal al que atribuía la responsabilidad de la “cuestión obrera”.
Ahora ocurre que, la alianza capitalismo-socialismo, fascista, es el modelo político y económico para mantener esa brecha que permite ganancias obscenas con trabajadores manuales e intelectuales mal pagados, sin sindicatos, sin asociaciones en su defensa, sin seguridad social, Y lo más grave, se funda en lo palabrero en el socialismo, en una supuesta igualdad, generando pobreza y más pobreza, barrios paupérrimos, sin salubridad, semilleros de delincuencia.
Ya es inaguantable la brecha. Se habla de la cercanía de la tercera guerra mundial, que sería la aniquilación o exterminio de la humanidad sobre la faz de la tierra.
Sigue vigente la Carta de León XIII, documento básico de la Doctrina Social de la Iglesia. Quien tenga la osadía de negarlo vive “bien” y no sabe lo efímero de su riqueza que, no pocas veces, tiene un origen basado en la corrupción, en los delitos e injusticias, generadores de malestar social.

lunes, 26 de octubre de 2015

Restaurar y reconstruir a Venezuela (Necesaria distinción)

El orden social venezolano requiere ser restaurado y las obras – muchas de ellas – construirlas de nuevo.
En el orden social, el país clama por instituciones que funcionen.  En primer lugar, los poderes, que deben cumplir con el principio de Montesquieu en el Espíritu de las leyes: la separación e independencia de los poderes. Entre éstos puede y debe haber interdependencia pero no dependencia. Es el empeño de hombres causa de su funcionabilidad.
La lectura de encíclicas, dentro del estudio de la Doctrina Social de la Iglesia, como Quadragesimo Anno, publicada el 15 de mayo de 1931, para conmemorar los 40 años de la Rerum Novarum,  que poco movilizó la conciencia de los hombres, no obstante sus publicaciones y estudios, me lleva a reflexionar sobre el caso Venezuela que, según entendidos, es el primer Estado petrolero arruinado. ¡Insólito!
La restauración social fue el propósito central de la encíclica de S.S. Pío XI. Y, el cambio que se produzca en nuestra patria, pasa por esa restauración. Será obra de psicólogos sociales, sociólogos, psiquiatras, religiosos, teólogos, políticos, abogados, empresarios, para recuperar el prestigio venezolano, la convivencia social, la reconciliación, el perdón, la justicia, la moral, la ética, la libertad, la economía… todo el entramado social. No será fácil pero no imposible su recuperación.
Respeto al derecho de  propiedad y su función social, no a la lucha de clases, educación de calidad, formación técnica a obreros y campesinos, fortalecer las asociaciones profesionales, los sindicatos, los partidos políticos, darle dignidad al salario y al trabajo, no a la acumulación de riquezas en pocos, que tantos conflictos genera, justa distribución de la riqueza… todo dirigido a la reconciliación entre los venezolanos.

No al comunismo porque elimina la propiedad y estimula la lucha de clases. No al socialismo y habrá que pensar muy bien en el modelo político económico y social venezolano a poner en práctica. ¡Ojo! Con eso de socialismo bueno y socialismo malo, ambos no están acordes con la Doctrina Social de la Iglesia; ni está conforme con ésta ese capitalismo que estimula también la lucha de clases, causa de guerras, de crisis financieras y económicas y de desigualdades hirientes e inmorales. No a un estatismo exacerbado.

martes, 20 de octubre de 2015

El mercado ceñido a la Doctrina Social de la Iglesia: un hombre no alienado ni oprimido

“Que feliz el hombre cuando es solidario y comparte sin ser obligado a ello”
La propiedad privada tiene una deuda o hipoteca social sobre ella y una función social que cumplir, en sintonía o en concordancia con el destino universal de los bienes que satisfagan el desarrollo humano integral y no haya hambre en la tierra.
En ese contexto afirma la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) que se deben utilizar los bienes y servicios para la producción y el consumo. Es responsabilidad de tres actores: Mercado, Estado y cuerpos sociales intermedios.
Uso y consumo racionales debe ser máxima a cumplir en todo momento y se cuida así la tierra y el medio ambiente.
El libre mercado es un instrumento eficaz para colocar los recursos y responder eficientemente a las necesidades que, siendo infinitas y variadas no deben estar controladas por fiscales o inspectores que indiquen o impongan cuáles son. Esto atenta contra la libertad económica para producir; al igual que una caterva de controles.
Un mercado sin libre competencia no es eficaz y no permite importantes objetivos de justicia. Las ganancias mil millonarias deben ser moderadas y la justa distribución de la riqueza debe ser garantía de paz y bienestar social.
El libre mercado debe garantizar que hayan bienes y servicios en abundancia en beneficio de los consumidores. Estos deben reunirse, asociarse, para salvaguardar sus derechos. El libre mercado debe difundir informaciones de los productos y de su calidad.
Que error y desconocimiento de la verdad, con intereses crematísticos, afirmar que la Iglesia Católica no conoce de economía y no sabe de cómo combatir el hambre, la pobreza. Son los que no quieren escuchar la Palabra de Dios; los que no quieren leer y estudiar los Evangelios de Jesucristo, la Patrística – Padres de la Iglesia, entre ellos Clemente de Alejandría y su obra El valor de la riqueza – y defienden un verbo “acumular” con un cognomento “codicia” y no quieren compartir. Son los que rechazan y son enemigos de la palabra solidaridad. Que interesadamente, ven comunismo donde no existe y se complacen de tener alianzas con comunismo-capitalismo.
La ganancia no puede ser el único objetivo del libre mercado; tiene valores que transmitir a nivel social en coherencia con la lógica del mercado, orientado al bien común y al desarrollo humano integral. Si no tiene ese sentido social degenera con consecuencias inhumanas y alienantes.
La DSI quiere que el libre mercado se rija por la moral, por la ética… y no se corra el riesgo de la idolatría del mercado. Tiene límites. No todo lo resuelve el libre mercado.
La libertad económica tiene que ser regulada por un marco jurídico que la garantice; ella es solo un elemento de la libertad humana, de un hombre sujeto que produce y consume para vivir, sin alienación y sin opresión.
Bachaquear es obra o consecuencia de un Estado o Gobierno con malas políticas económicas y sólo ha generado y genera disvalores con ganancias excesivas a costa del calvario económico del pueblo que tiene que comprar productos con precios por los cielos. Bachaquear es acción de mafias que han encontrado la manera de obtener beneficios superiores a los que producen otros perversos ilícitos, el bachaqueo ha ido contra el valor trabajo en desmedro de la moral de un país.
Fuentes:
1. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, cap. IV, III.
2.  San Juan Pablo II, Centesimus annus 34; 41; 40; 39.
3. Beato Pablo VI y su Octogesima adveniens, 41 .

martes, 29 de septiembre de 2015

Romano Guardini y su influencia

(Autor de “El ocaso de la Edad Moderna”)
En Múnich de Baviera, el 1 de octubre de 1968, falleció Romano Guardini que, según su biógrafa Hanna-Bárbara Gerl, es como “un Padre de la Iglesia del siglo XX”.
Joseph Ratzinger, desde estudiante, lo eligió como su gran Maestro. Había tenido la dicha de haberle escuchado en sus brillantes exposiciones en clases.
En su obra “Jesús de Nazareth”, Benedicto XVI, declara que una obra cumbre de Guardini, “El Señor”, dedicada a Jesús, le inspiró para escribirla. El afirma que continúa recorriendo las sendas abiertas por su Maestro.
Benedicto XVI dice de él, que es “una gran figura, intérprete cristiano del mundo y de la propia época”. Su arte de la interpretación, le resultaría más fácil poder concluir el por qué del ocaso de la Edad Moderna. Precisamente, Francisco, en Laudato Si, cita su obra El ocaso de la Edad Moderna en los numerales 83, 84, 85, 87 y 88, de ese libro.
Alumno y Maestro han tenido toda la vida encuentros. Oyente de sus clases, lector de sus obras, citas de éstas en casi todos sus escritos. Los dos satisfacen una preocupación al buscar y encontrar la “esencia del cristianismo”, que es título de una de las tantas obras de Romano Guardini. Que le sirvió de guía a Introducción al cristianismo de Ratzinger.
Para ellos era importante el destino de la Iglesia y de Europa. Benedicto XVI llega a sostener que “se puede ser cristiano únicamente en la Iglesia…”  y que Europa no olvide sus raíces cristianas en “una herencia vinculante para los cristianos”.
El espíritu de la Liturgia es de su interés que, como fresco estaba escondido a los fieles y que “el Concilio Vaticano II sacó a la luz… quedando todos fascinados por la belleza de sus colores y de sus figuras”; pero cuidando siempre la Liturgia para sacar al hombre de su ocaso, de su alejamiento de Dios y de Cristo, de su ruina espiritual, la peor de las pobrezas que hacen sucumbir al ser humano ante cualquier viento o brisa, ni hablar ante los totalitarismos y la fuerza, insaciables y sin límites en su maldad.

La obra de estos gigantes de la Iglesia, como Padres de ella, debe ser estudiada en la actualidad, que se requiere de cambios radicales en las personas y en los pueblos abatidos y sin esperanza de un mundo mejor, que necesitan de Dios, único Rey de todos los hombres y mujeres de fe.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Las élites mil millonarias ¿Exentas de codicia?

Yo no me anoto entre los que dicen que ser rico es malo, ni tampoco asumo la posición respetada, pero no compartida, de algunos que rechazan la riqueza.
Ante el tema, afirmo que la riqueza cuando se concentra en pocas manos y éstas no se ocupan en hacer empresas, crear millones de empleos dignos, ni hacen más obras de caridad, de beneficencia, produce malestar social y sus inevitables dolorosas consecuencias.
San Basilio aseguraba que la riqueza es como el agua. Si la riqueza se distribuye equitativamente, con sentido social, atendiendo al bien común es como el agua que si continuamente baja por una cascada estará pura, limpia, cristalina; pero si no es así y se encharca, se pudre.
Si sigo acudiendo a los santos y menciono a San Juan Crisóstomo y lo hago de manera literal, éste, que era boca de oro por su verbo en homilías que aún resuenan, nos definirá la riqueza y la pobreza, y contento con lo que basta.
“Aprendamos de éste Lázaro a no tener por dichosos a los ricos ni por desgraciados a los pobres. O, más bien, si hay que decir la verdad, no es rico el que está rodeado de muchas cosas, sino el que no necesita de muchas, ni es pobre el que no posee nada, sino el que desea muchas cosas. He aquí lo que debemos de tener por definición de la riqueza y pobreza. Luego, si ves a uno que codicia muchas cosas, aun cuando fuere dueño de las riquezas de todos, tenlo por el más pobre de todos. Si ves, por el contrario, que no necesita de muchas cosas, aun cuando nada posea, tenlo por el hombre más opulento del mundo”. Continúa San Juan Crisóstomo y dice: “Aquellos, que se contentan con lo suyo y no asechan los bienes ajenos, aun cuando sean los más pobres del mundo, hay que tenerlos por los más opulentos. Efectivamente, el que no necesita de lo ajeno, sino que se contenta con lo que le basta, es el hombre más rico del mundo”.
El joven que quería entrar al Reino de Dios, en El Valor de las riquezas, Mc 10, 17-22, Jesús le dice “vende cuanto tienes y dalo a los pobres”.
Para San Clemente de Alejandría, el Señor no manda que tiremos nuestra hacienda y nos apartemos del dinero. El quiere que desterremos de raíz la codicia, que ahoga la verdadera vida. Si botáramos la riqueza, si no tener nada fuera ser feliz, los indigentes, los que andan por el mundo sin conocimiento de Dios, serían inmensamente felices, lo que no es cierto.
El Señor quiere que arranquemos de raíz lo que es ajeno al espíritu. He aquí la doctrina digna del Salvador.
Poseer lo suficiente y no angustiarse por tenerlo que buscar, y, por otra socorrer a los que convenga. ¿Qué comunión puede haber si no tenemos nada?
La riqueza hay que ponerla al servicio de la justicia y hacer el bien con ella. Sólo así ser rico no es malo.
Por nada en el mundo deseo el malvado hecho rico… esperemos sus resultados.

viernes, 28 de agosto de 2015

Reflexiones sobre la Encíclica Laudato si, del Papa Francisco

Roma, el 24 de mayo, Solemnidad de Pentecostés, del año 2015, tercero del Pontificado del Papa, Francisco daba a todas las naciones del mundo, a todas las lenguas, creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos, un regalo: la Encíclica Laudato si.
Se dirigía a todos los habitantes del planeta tierra y el mensaje de entrada era: Deber de cuidar la Casa Común, que nos atañe a todos, sin distingos de ningún tipo.
Se inspiró, para dictar la encíclica, en un modelo; pero que sean sus propias palabras que lo diga: “No quiero desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que puede motivarnos. Tomé su nombre como guía y como inspiración en el momento de mi elección como Obispo de Roma. Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, amado también por muchos que no son cristianos… En él se advierte simplicidad y una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. En él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (LS n. 10).
Era San Francisco de Asís, y Laudato si, era parte, del italiano que, allá, por los 1100 D.C., se hablaba: Laudato si, mi signori (Alabado seas mi Señor). Alabado sea Dios autor de tanta belleza: La Creación.
Dictar un taller puede ser cosa de un breve momento, o de que éste, sirva de acicate, de motivación para otros encuentros que lleven a la investigación y a la práctica o aplicación de la teoría. En el espíritu, propósito y razón del Papa Francisco está el darle cumplimiento de la encíclica, darle seguimiento, dada la urgencia que la tierra, la Casa Común, plantea, con sus gemidos de evidentes sufrimientos. Ya no es tiempo de declaraciones o de cumbres que, aun cuando sean necesarias, se quedan más en el plano de lo teórico que de actuaciones concretas sobre la realidad. El Papa quiere que tengamos conciencia de que la realidad es más importante que la idea. Que entre ambas haya un diálogo permanente en búsqueda de soluciones.
En ese orden, se inscribe, el establecer una Oración Mundial por la “Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación”, que se celebrará cada 1 de septiembre de cada año, partiendo del próximo. Además, porque en diciembre 2015, en Paris, la ONU, celebrará una cumbre para la regulación de lo atinente al cambio climático, que preocupa a la entera humanidad.
¿Por qué el 1 de septiembre?
Porque el 1 de septiembre la Iglesia Ortodoxa conmemora su día de protección del medioambiente, y Francisco ha querido darle un simbolismo adicional en las relaciones entre las ramas de la cristiandad oriental y de occidente.
Desde un primer momento, Francisco quiere que los cristianos nos convirtamos en Custodios de la Creación.
Fundamento de esta encíclica en principio es la propuesta de paz que, San Juan XXIII hiciera en su encíclica Pacem in terris, siempre vigente. Allí hay un llamado al diálogo entre todos, y Francisco lo pone de relieve: diálogo entre religiones, diálogo con ateos, diálogo entre cristianos, con todos. El ambiente es asunto que atañe a la vida de cuantos vivimos en la tierra.
Siguiendo con los fundamentos de Laudato si, otro es el consagrado en la encíclica Octogésima adveniens del beato Pablo VI: la posibilidad de “una catástrofe ecológica”.
San Juan Pablo II, avanzó, llamando a una  conversión ecológica global en Catequesis del 17 de enero de 2001, y en su Carta Encíclica Redemptor hominis, 15; hablando, también de “ecología humana”, en Centesimus annus, del 1 de mayo, 84.
Benedicto XVI sostiene que “eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial… para garantizar el respeto del medio ambiente” (Discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la SS del 8-1-2007, 73).
No perdamos de vista que el hombre es espíritu y voluntad; pero es también naturaleza.
Todos esos fundamentos, amen los aportes de numerosos científicos, filósofos, religiosos, teólogos y organizaciones sociales que enriquecen a la Iglesia, en especial a Laudato si.
El Patriarca Bartolomé pide el arrepentimiento por los pecados cometidos contra la Creación. Que haya un cambio del hombre. Aceptar el mundo como “sacramento de comunión, como modo de compartir con Dios y con el prójimo en una escala global”.
Francisco habla de ecología integral que nos conecta con lo humano, como afirma Tomás de Celano en Vida primera de San Francisco de Asís. El santo decía que la naturaleza es un espléndido libro en el cual Dios nos habla. El es autor de tanta belleza, que hoy destruye el ser humano.
Las cosas pueden cambiar porque todo hombre puede arrepentirse de sus pecados, y en un contacto con su vida interior puede asumir el compromiso de  ser mejor: De aceptar a Dios, de respetar la naturaleza, al prójimo y a su vida interior.
Hay muchos ejes que atraviesan la estructura de la encíclica Laudato si: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica del nuevo paradigma y formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la globalización, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.
Su estructura es: Una introducción; y seis capítulos que, los iniciales son si se quiere el fundamento, el marco teórico; y uno - el 6 - que, en mi criterio, nos anima a tomar medidas en la cotidianidad en beneficio de la ecología integral y del ambiente. Finaliza con dos oraciones dedicadas a la tierra y a la creación.
Finalizo haciendo breve referencia al capítulo 6: Un gran desafío: “Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo… Que el nuestro sea un tiempo por el despertar de una nueva referencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por  el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida” (Carta de la Tierra, La Haya 29 de junio 2000).
Salir de sí mismo hacia el otro, para cuidar a los demás, para evitar el sufrimiento o el deterioro de los que nos rodean. Autotrascenderse. Romper con una conciencia aislada. Hace brotar la necesidad de una reacción moral, de considerar el impacto que produce cada acción y cada decisión personal fuera de sí mismo. Cuando somos capaces de superar el individualismo. Optar por un estilo de vida alternativo que se convierte en cambio notable en la sociedad. Ya no se será esclavo de necesidades artificiales ni víctima de compras y gastos innecesarios. Ya se estará en condiciones de acercarnos cada día más a la verdadera y única libertad, la que Dios, al crearnos, nos confirió. Ya estaremos en condiciones de tener una vida con sentido. De no inhibirnos, de participar.
No todos estamos en condiciones de hacer política partidista; pero si estamos en condiciones de ser consumidores responsables, conscientes de que “comprar es siempre un acto moral”, de participar en asociaciones de consumidores, u otras en pro de la vida, de la paz, del amor, de calidad de espacios públicos y privados, etc.,  en realizar pequeñas acciones en la vida cotidiana.
Veamos lo que al respecto dice el santo Papa Francisco: “Si una persona, aunque la propia economía le permita consumir y gastar más, habitualmente se abriga un poco en lugar de encender la calefacción, se supone que ha incorporado convicciones y sentimientos favorables al cuidado del ambiente. Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarla hasta conformar un estilo de vida. La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo  que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar  transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias. Todo esto es parte de una generosa y digna creatividad que muestra lo mejor del ser humano. El hecho de reutilizar algo  en lugar de desecharlo rápidamente a partir de profundas motivaciones, puede ser un  acto de amor que exprese nuestra propia dignidad”.
Finalizo llamando a la lectura detenida de Laudato si, a su estudio, a la realización de talleres, cursos, conferencias, conversatorios, etc., pero sobre todo haciendo lo necesario por seguirla y aplicarla, conscientes de que la sumatoria global, nacional y loca,l de pequeñas acciones cotidianas, pueden cambiar al mundo. Tengamos fe en Dios, en Jesucristo y sigamos a San Francisco de Asís y su amor por todos.

jueves, 20 de agosto de 2015

La realidad es más importante que la idea

La idea es superior dicen otros.
Se le atribuye a los marxistas el aferrarse a una interpretación acorde con su óptica, de una realidad extraída de los libros y no de la experiencia concreta, de esa que viven hombres y mujeres de carne y hueso. El jesuita Francisco, nuestro santo Papa, piensa que lo más importante es la realidad, no la idea.
Digamos textualmente, lo que dice: “La realidad simplemente es; la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante, evitándose que la idea termine separándose de la realidad” (EG, 231 y ss.).
No son sólo marxistas, que siguen tercamente imponiendo a los pueblos el comunismo, que es perverso; sino otras formas de pensamiento tales como los “purísimos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos,  los proyectos, más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos” (Francisco dixit). Son todos los que quieren mantener un orden social ajeno a soluciones posibles, reales, políticas, económicas, que oponen todo tipo de obstáculo para el diálogo sincero, no teatrero ni televisivo, que engaña al que poca cultura e inteligencia tiene para captar lo que es la verdad y la dignidad humana. Son los que, de manera calculada, eluden el razonamiento  iluminador de la realidad. Parecieran ser lo más interesados en propiciar la violencia. Esta es fuente de “buenos negocios” a costa del dolor, que poco, o nada importa.
Me van a permitir una simplicidad doméstica: Cuando, padres de familia, educábamos a los hijos, en su proceso de formación, en la primera Iglesia del hombre – iglesia doméstica ha sido llamada – le decíamos: esto es lo que podemos comer hoy; yo no iba a engañarles diciendo vamos a comer caviar… ellos lo entendían y acataban lo conducente. Actuaba acorde con la realidad económica familiar, con honestidad y transparencia. Mis hijos no iban a ver a sus padres en un lujoso restaurant haciendo lo contrario. La credibilidad en sus padres no se hizo nunca esperar.
La Iglesia, durante el Concilio Vaticano II, convocado por San Juan XXIII, se declaró peregrina, para acompañar a los pueblos en la búsqueda de un mundo más justo y equitativo. Era dilemática para la institución esta definición declarativa, después de tanto tiempo celebrando el cura la Santa Eucaristía de espaldas a la asamblea (Iglesia), dejando, si se quiere, el ser únicamente guía de la grey  para la conquista pacífica del cielo.
¿Por qué el dilema? Porque las cosas iban a cambiar. Indudablemente, las injusticias clamaban al cielo, la desesperación, fue aprovechada por pensamientos, movimientos, incluso surgidos desde la Iglesia, que, influidos por la revolución cubana y la teología de la liberación, tomaron la vía de la lucha armada, la violencia, para fomentar guerrillas y terrorismo. La situación de América Latina no iría a cambiar con la llamada Teología de la Liberación del destacado sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez.
Muchos de esos movimientos produjeron numerosos católicos asesinados y también otros que siéndolo o no, no comulgaban con la lucha de clases marxista, pero que también corrieron con la misma suerte. Ubicaría entre los primeros a Monseñor Romero de El Salvador. El odio cundió.
La realidad ha tenido momentos de progreso socioeconómico, sin embargo, la realidad nos indica retrocesos lamentables o pocos avances. El mundo se debate entre la paz y la guerra. La paz construye, propicia el progreso, el bienestar; pero no la paz de los misiles; la guerra, destruye; no hay arte de la guerra, porque jamás será un arte, ni acepto la llamada cultura de la muerte, porque me resisto a creer que lo sea.
El hombre necesita pan; pero también el pan que viene de Dios. Yo soy el pan que da la vida eterna. Quien cree en mí tendrá vida eterna, nos enseña Jesús. El es palabra vivificadora, es actuación que da consistencia (Jn 6, 41-51). Jesús es el Príncipe de la Paz.
Si queremos Paz dialoguemos con todos los sectores. Es diálogo internacional, mundial, globalizado, es diálogo nacional. Todos somos necesarios para la existencia de un mundo de amor basado en la verdad, la realidad, la dignidad humana; fundado en el pan, la justicia, el derecho y la paz.

lunes, 10 de agosto de 2015

Sin justicia y sin caridad no hay paz

La paz es un valor” (San Juan Pablo II).
Pablo VI afirmó que la paz es “un deber universal” (Mensaje para la Paz, Enero de 1969). Es un deber de los gobernantes, de los ciudadanos y de todas las instituciones que luchan por la dignidad de las personas y el respeto de los derechos humanos; un deber que consiste en promoverla y defenderla con la conciencia de que sin la justicia y sin el amor no hay paz.
Se equivocan quienes piensan que la paz es sólo ausencia de guerra. No señor. La paz es el resultado de una correcta concepción de la persona humana (Centesimus annus, 51). Diría que esta concepción obliga a respetar  la dignidad del hombre y de la mujer en todos los ámbitos del planeta. Conlleva que nos ocupemos del  bien común.
La promoción y defensa de los derechos humanos no debe ser mera letra constitucional ni materia de conferencias internacionales, ni de cumbres, sin desmeritarlas; pero, poniendo en primer plano el cumplimiento, por parte de los gobiernos, de esos derechos. Ningún gobierno puede basar su actuación en la violación constante de esos derechos sin que se le sancione por parte de los organismos competentes, encargados de velar por su puesta en ejecución. Su consecuencia, es la necesaria e indispensable convivencia pacífica y el logro del desarrollo de individuos, pueblos y naciones.
No puede andar bien una nación cuando su gobierno sea acusado de violaciones de esos derechos; violaciones, cuyas acciones penales son imprescriptibles. Tarde o temprano, o más temprano que tarde, pagaran por las torturas, víctimas y asesinados por esas acciones crueles contra la vida y dignidad de los atropellados por las mismas.
Una cultura de paz se inicia en el interior de cada persona, extensiva a las familias y a la comunidad política; pero es producto, fundamentalmente hablando, de  un clima de concordia y de respeto de la justicia. Solo así puede “madurar una auténtica cultura de paz” (Juan Pablo II); capaz de ir al campo internacional.
Los focos de violencia, existentes en el planeta, que hacen pensar que vamos hacia una guerra mundial devastadora del hombre sobre la tierra, han de ser combatidos, no con más violencia. Juega un papel de primera línea el diálogo, el ejercicio de la diplomacia y de la política, el combate racional dirigido a superar esos conflictos.

La violencia es indigna del hombre y es esa la conciencia a desarrollar. La violencia destruye la dignidad, la vida y la libertad del ser humano, según Juan Pablo II.

lunes, 3 de agosto de 2015

La promoción de la paz es a tiempo y a destiempo

Desde mi Cátedra Virtual, para estos tiempos tensionales, promuevo la Paz a tiempo y a destiempo. Ojalá se plieguen numerosas personas a esta iniciativa para el bien de nuestra amada Venezuela, el país más bello del mundo. Tengamos presente que la “Paz y la violencia no pueden habitar juntas, donde hay violencia no puede estar Dios” (1 Cro 22, 8-9).
No ignoro la existencia de razones más que suficientes y justificadas para la desesperación y la violencia. Oremos con la fe y la esperanza de no ver sumido al venezolano en guerra. Resistamos, con suma paciencia, protestemos, no caigamos en provocaciones del tenor que sean, provinieren de donde sea, hasta llegar al 6D: El voto consciente debe inundar las urnas electorales por una Venezuela libre y de todos los venezolanos.
Recordemos el Evangelio que nos enseña que “la paz es mucho más que la simple ausencia de guerra; representa la plenitud de la vida” (Mt 2, 5) y entre todos, en Unidad Nacional, la vamos a alcanzar. Venezuela pronto se enrumbará por un camino de bienestar y prosperidad, donde serán muchas las inversiones para su construcción. Invito a los jóvenes principalmente, con todo respeto a una opinión distinta, a quedarse, a luchar por la madre enferma, ayudarla a curarse, y a aprovechar los millones de oportunidades que vendrán para el país. Es la bendición de Dios que genera fecundidad,  bienestar (Is 48, 18-19), ausencia de temor (Lv 26, 6) y alegría profunda (Pr 12, 20).
Ya se avecina el tiempo donde “amor y verdad; Justicia y Paz se abrazarán” (Sal 85, 11). Tiempo de convivencia social. De la presencia del “Príncipe de la Paz” en nuestros corazones.
¿Quién es ese “Príncipe de la Paz”? Jesucristo, nuestro único salvador.

miércoles, 29 de julio de 2015

La fraternidad se hace indispensable en el mundo presente

“La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos” (Benedicto XVI, Caritas in veritate, 19).
La globalización no cuenta, entre sus aspectos positivos, a la hermandad. Las desigualdades sociales y económicas aumentan; la pobreza y la injusticia le acompañan. No puede ser de otra manera.
Una persona honesta, competente, de buena fama en esta sociedad, afirma que siempre han existido y existirán. De acuerdo; pero, si siguen avanzando, a extremos de que para el subcontinente latinoamericano, 208 millones de personas están a punto de regresar a la pobreza, la situación será cada día más explosiva. No importa talentos, el ser buenos trabajadores, eficientes! Para fuera ya!
Brilla la cultura de la indiferencia ante lo que sucede. El descarte se extiende, ya no sólo a viejos, niños, sino a jóvenes que no tienen oportunidades de ingresar a empresas para optar a un trabajo digno y bien remunerado. Indudablemente tiene razón, Francisco, al plantear en “Laudato si”, ecología integral, que abarque dimensiones humanas y sociales (No. 137).
La convivencia “se parece cada vez más a un mero do ut des pragmático y egoísta” (Francisco, 1 de enero de 2014, Primer Mensaje suyo por la Paz). No puede ser de una manera distinta.
Poco importa la suerte del hermano. Parece que Caín reapareciera para asesinar a su hermano, Abel.
Jesús quiere recordarnos, en todo momento, que “somos hermanos” (Mt 23, 8-9).
No puede haber paz sin fraternidad. Es causa de pobreza. Ella es fundamento y camino hacia la paz.
Según Pablo VI debe reinar, no sólo entre las personas sino también entre las naciones. La paz es “desarrollo integral de los pueblos” (PP); para Juan Pablo II es “opus solidaritatis” (SRS).
La igualdad de oportunidades, que es de corte liberal, no se logra con una injusta distribución de la riqueza. La excesiva desigualdad en su distribución, lleva, de manera urgente, a definir y aplicar políticas que la atenúen.
Cristo nos enseña a servir, porque el servicio es el alma de esa fraternidad que edifica la paz (Francisco)
Sin amor a Dios no hay fraternidad, ni solidaridad.
Seamos fraternos si queremos un mundo mejor que el actual. Ni con el muro de Berlín, ni el que asoma Donald Trump en la frontera Mexico-Texas como se atenúan o se solucionan los problemas socioeconómicos en paz. El primero fue derrumbado y el segundo, ¿Qué suerte correrá?

miércoles, 15 de julio de 2015

La reconciliación, camino hacia la paz

“Para todos los hombres y mujeres de buena voluntad de Venezuela y del mundo entero”
Varias veces me he preguntado sí soy prudente y oportuno, escribiendo, casi que a diario, sobre la Paz y su necesidad urgente. He recordado al apóstol Pablo que decía hay que anunciar la Palabra de Dios a tiempo y a destiempo. La Paz es un don de Dios. He querido saber cuál es la naturaleza de esta presencia escritural y, también, me he respondido: Una cátedra de educación para la paz.
La acción del Espíritu Santo me puso, aún más, en ese camino, cuando ese hombrecito grande, sencillo, santo y sabio, Monseñor Ubaldo Santana, me juramentó Presidente de la Comisión Arquidiocesana de Justicia y Paz, y juramentó, también, a Gustavo Ruiz y a Kenia Sánchez, Vice-Presidente y Secretaria, respectivamente, de ésta Comisión, creada por el Arzobispo de Maracaibo. La que ha contado con la sabia asesoría permanente de los Diáconos César Montoya y Jorge Monsalve.
Ese camino de educar para la paz “no es una empresa pequeña ni tampoco fácil” (Pablo VI, 1975); pero vale “una misa en Paris”  recorrerlo.
La Paz requiere de una acción continua, en todo momento saber engendrar la paz, hacer la paz. Venezuela no quiere seguir llorando cada vez que un hijo se le va. Desea ver a sus líderes de gobierno, oposición, a ti y a mí, propiciando la reconciliación, el camino hacia la paz. Quiere hechos desinteresados, de amor por el país, de unidad nacional, de hermanos tomados de las manos… no quiere seguir escuchando amenazas de tomas de armas para defender lo indefendible porque contra la verdad no hay defensa con posibilidad de éxito alguno. La llamada “revolución” presenta un balance negativo inquietante para nacionales y extranjeros. Venezuela es hoy preocupación permanente de buena parte del mundo, por no decir del planeta entero.
Tengamos fe y esperanza. Dios actúa en la escena de la historia donde cambian los hombres y las cosas también, es decir, “las cuestiones, de cuya equilibrada solución depende la convivencia pacífica entre los hombres” (Pablo VI).
Interioricemos la paz en nuestros corazones. Es verdadero humanismo, verdadera civilización, en palabras del hoy Beato, Pablo VI, el hombre que hizo posible el Concilio Vaticano II, ya que San Juan XXIII, en acto de valentía para renovar la Iglesia, sólo pudo convocarlo. Digamos NO a las armas. Hay que convertirlas en instrumentos de arados de la tierra. NO a la violencia. Amemos la vida. Amemos al prójimo. Amemos la Paz, la justicia, el derecho, y el bien común.
Cristo es la Paz. El es el principio de la reconciliación (Fil 4, 7).

viernes, 19 de junio de 2015

Francisco y su apego a la verdad ambiental y ecologica

“Cambiar no es volver a la edad de piedra”
En italiano “Laudato Sii, mi Signore”, así se dirigía a Dios, San Francisco de Asís, dándole gracias por la Creación: por el hermano sol…
La hermana tierra clama por el daño.
Los Papas que antecedieron a Francisco hablaron de “conversión ecológica global”; “para garantizar el respeto del medio ambiente”
El hombre es espíritu y naturaleza.
Todos esos aportes papales han sido el producto de reflexiones de científicos, teólogos, filósofos… siempre en diálogo con ellos. Así surge Laudato Si, coherencia de Palabra y Acción, de culto a la verdad del cristianismo. Aportes que enriquecieron el pensamiento de la Iglesia.
No quisiera decirlo, pero no me resisto; quizás los que atacan a Francisco lo hacen por la defensa de fabulosas ganancias, por su amor al dios dinero, por mantener una globalización de la indiferencia ante la ecología humana y natural.
El patriarca Bartolomé ha invitado al arrepentimiento de los pecados y aceptar al mundo como “sacramento de comunión”: Dios, tú y yo. Solidaridad universal en palabras urgentes de aplicación inmediata.
La naturaleza es un espléndido libro en el cual Dios nos habla. El es autor de tanta belleza, por qué arruinarla. Nuestra casa común tiene que ser protegida y dialogar con los depredadores. Conciencia por Dios. Ningún bunker les salvaría de un desastre ambiental.
Diálogo que “necesita los talentos y la implicación de todos para reparar el daño causado…”, en expresión de obispos africanos. Diálogo para construir juntos el futuro del planeta, de las actuales y nuevas generaciones.
No es quedarse en nominalismos estériles ni en discursos, ni en cumbres ni en más estudios. Es asunto global que reclama ir a las causas profundas que generan el daño ambiental y de asumir un nuevo estilo de vida, de sobriedad, de no consumismo exacerbado, de un nuevo modelo de desarrollo más justo que no olvide la relación que existe entre los pobres y la fragilidad del planeta. Todo está conectado. Las cosas pueden cambiar. El hombre necesita del tesoro de la experiencia espiritual cristiana. Es asunto que nos atañe a todos.
La realidad ambiental zuliana es impactante. No es asunto de una alcaldía, o de una gobernación, o de una presidencia – menos si esta es inepta – es de la incumbencia de la globalización, de la conexión de todos y de política internacional ajena a arcaicos conceptos de soberanía. Francisco es hombre de coherencia entre palabra y acción, que procede acorde con el Evangelio de Cristo. Así debemos proceder todos en el respeto al ambiente. Es salvar la casa común.

martes, 16 de junio de 2015

No te dejes vencer por el mal, antes bien, vence al mal con el bien

No se supera el mal con el mal”

27 Mensajes en la Jornada Mundial para la Paz; este, que voy a resumir, o a comentar, es el último de su largo y fructífero Pontificado. Sin duda, fue un Gran Papa: Juan Pablo II. Hoy santo.
Cuando pronunció, con gran sacrificio, debido a sus dolencias insoportables, que llevaba como cruz, este Mensaje, correspondiente a la Jornada de 2005, 1 de enero, ya se acercaba su tránsito pascual hacia la vida eterna. Moriría el 2 de abril de 2005. El mundo no resistió y se echó a llorar.
En este discurso, dirigido a la humanidad, expresó que hay que detestar el mal con horror y adherirse al bien (cf. Rm 12, 9), acogiendo la sugerencia de san Pablo. “La paz es un bien que se promueve con el bien” (San Juan Pablo II).
“El mal es un trágico huir de las exigencias del amor” (San Agustín, De Civitate Dei, XIV, 28); en cambio, el bien moral, nace del amor, se manifiesta como amor y se orienta al amor. Cristo nos enseña a amar a todos, incluyendo al enemigo, porque ninguna gracia tiene amar sólo a quien nos ama: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber” (Rm 12, 26).
He llegado a sostener que, en la actualidad, en el planeta, Lucifer está bailando en una sola pata; está enseñoreado el “príncipe del mal”; tiene arrinconados a los hombres y mujeres de bien con sus manifestaciones sociales y políticas del mal (Caso Venezuela es “ejemplo”); pero, hay que alzarse, protestar, resistir, decir NO al mal y seguir con esperanza asumiendo actitudes nobles y desinteresadas, como nos dice el Papa Francisco “no se dejen robar la esperanza”. A quien, por condenar la globalización de la indiferencia, a un mercado libre insensible, una pobreza galopante, al abandono de ancianos, niños, personas sin techo, a un modelo económico que sólo favorece a unos pocos con desigualdades socio-políticas-económicas cada vez más graves e hirientes, que irritan e indignan, y proponer un nuevo modelo económico justo, con mejor distribución de los bienes, que respete tanto la ecología humana como la ecología natural (será tema de su próxima Encíclica, titulada Laudato Sii), con una mejor distribución de la riqueza, ya hay voces, que no comparto, que le imputan el ser comunista. Francisco es un santo, que le duele el estado que presenta el mundo actual. A Francisco, eso le resbala. Cuanto no dijeron de Jesucristo por defender a los pobres, a los enfermos, y decir que el sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado. Hay que confiar plenamente en Cristo, en la Palabra de Dios,  mantener viva la esperanza. Ser personas de fe robusta.
De los principios que surgen de “la ley moral universal”, de un mundo de ética en política, en economía, en toda actividad humana, no reneguemos jamás. De sus valores hagamos un pedestal bien alto. Mantengamos un corazón limpio lleno de paz, de principios, de valores, de los dones del Espíritu Santo; tengamos una conciencia sin mancha.

NO a la violencia y a la mentira que se desprende de este anti-valor. Eduquemos para la Paz a todas las generaciones. Hagamos conciencias gigantes en valores como la paz, la vida y la libertad. Promovamos desarrollo humano integral colmado de dignidad del ser humano. Luchemos por condiciones de vida social que permitan a los grupos, a los pueblos, a las personas, conseguir más plena y fácilmente su propia perfección (Bien Común Universal. Gaudium et spes, 26).

martes, 9 de junio de 2015

"Paz en la tierra a los hombres que Dios ama"

“Porque ante Dios tiene más importancia la buena intención y el afecto con que se hacen las cosas, que las cosas que se hacen… que la magnitud de las cosas” Tomás de Kempis.
Siguiendo al autor citado, digo con él que “lo que se hace por amor a Dios o amor al prójimo, por pequeño o humilde que sea, es siempre fructuoso y muy meritorio”. No perder ocasión alguna de hacer el bien. “Dios ama a todos los hombres y mujeres de la tierra y les concede la esperanza de un tiempo bueno, un tiempo de paz” (San Juan Pablo II año 2000).
A los que trabajan por hacer el bien, Jesucristo los llama “dichosos” (Mt 5, 1 y ss: bienaventuranzas).
Cristo es el fundamento de la paz universal y se alegra por su Iglesia que, todos los días, ora por la paz. El se contenta con lo mucho, poco o poquito que con amor, hagamos por la paz, a tiempo y a destiempo. Yo creo que es una prédica que no encaja en eso de a tiempo y a destiempo. Hay que hacerlo siempre, sin cesar.
No es llamando a masacres y muertes ante los fracasos. Es aceptar la realidad y pedir perdón por ellos, y por todo el daño que se haya cometido y se siga cometiendo. En un gobernante es más exigente esa actitud de humildad. Un llamado de esa criminal naturaleza puede revertirse en quien lo haga.
No debemos desanimarnos ante lo difícil que es lograr la paz. No perdamos la esperanza porque ella es posible. No permitamos el señorío del pecado, del odio y de la violencia. Mantengamos la lucha por la paz en nuestros corazones, oremos por ella e irradiemos la paz en nuestra presencia social desde uno mismo y desde la familia.
San Juan Pablo II nos dijo que “frente al escenario de la guerra – se refería al siglo XX horroso en cuanto a crímenes de guerra – el honor de la humanidad ha sido salvado por los que han hablado y trabajado en nombre de la paz” (Mensaje, n 4). Que no han cesado de afirmar los derechos humanos y su solemne proclamación, la derrota de los totalitarismos, de los colonialismos y por la victoria definitiva planetaria de la democracia. Han creado nuevos organismos internacionales y robustecido los existentes para la conciencia universal del valor de la no violencia y de cómo la guerra destruye.
Economías que crecen por fomentar las guerras destruyen y han de ser condenadas por la humanidad. Lo hacen, no pocas veces, para dominar y explotar a los demás.
“Con la guerra, la humanidad es la que pierde. Sólo desde la paz y con la paz se puede garantizar el respeto a la dignidad de la persona humana y de sus derechos inalienables” (Mensaje 1999).
La paz a escala planetaria, exige una nueva economía, un nuevo concepto de desarrollo, o nuevo modelo, que garantizando el desarrollo humano integral, garantice que las desigualdades graves e hirientes, disminuyan o sean eliminadas, para que haya convivencia. El diálogo ha de ser universal. Que sea bajo el imperio de la ley moral “inscrita en el corazón humano”. Es manera de alcanzar la convivencia y moverse hacia mañana respetando el designio divino (Juan Pablo II y su discurso con motivo de los 50 años de la ONU, 5 de octubre de 1955, n. 3).
Es un compromiso generoso de todos, en especial de nosotros los católicos. Construir la paz, es esencial, no es secundario. Debemos involucrar a todos los hombres y mujeres de otras religiones, de buena voluntad. Lo dice Juan Pablo II.

martes, 2 de junio de 2015

La mujer, educadora para la Paz

“La mujer es esperanza de la paz”
La angustia por la paz llevaba, a nuestro recordado, admirado y respetado Papa Juan Pablo II, a expresarla. No es aventurado afirmar que, no obstante, las guerras y todo tipo de violencia que siguen atormentando a la humanidad, seguimos, junto al hoy Santo, confiando en que, pronto, habrá el inicio de una era de paz fundada, según frase del Papa Pablo VI, en la “civilización del amor”. El llamado para todos es a “colaborar con renovado empeño en la promoción de la paz”.
El 1 de enero de 1994 – parece que fuera ayer – insistía en el respeto prioritario de la dignidad del hombre como persona, portador de derechos y deberes universales e inviolables. ¿Llegará el momento de extinción de los dictadores? Tengo un criterio sobre éstos que, al final de estas notas, citaré y compartiré con mis desocupados lectores, como decía el destacado historiador venezolano Manuel Caballero.
Yo no me siento iluso ni utópico por proclamar o promocionar la paz; todo lo contrario, sé que la paz es posible, no es una quimera. La mujer va a seguir jugando un papel clave, ahora protagónico en la promoción y defensa de la paz en la tierra. Son muchas las que vienen actuando en esa dirección.
El santo Papa Juan Pablo II, quizá viendo la actuación de las mujeres por la paz, arriesgando, incluso, sus vidas, dirigió su mensaje de paz en 1994, en especial, a las mujeres, pidiéndoles ser educadoras para la paz, en la familia, en la vida cultural, social y política de las naciones, “que puedan continuar el camino hacia la paz ya emprendido antes de ellas por otras muchas mujeres valientes y clarividentes”, imbuidas de valores tales como la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Es un proyecto que dura toda la vida.
La mujer puede hablarle de amor y paz al niño en su claustro desde que lo concibe. Puede aprovechar la almohada para hablarle de paz al esposo, hasta puede hacer una huelga de… ¿Lo imaginan?
La mujer-madre es educadora de la paz en sus hijos. En esos hombres y mujeres que van a ejercer todo tipo de funciones en la sociedad: militares, policías, maestros, jueces, fiscales, profesionales, etc.
Todo estamos obligados a construir la paz. La Iglesia Católica podría constituir escuelas parroquiales de paz. Toda institución educativa hacer lo mismo. Los medios de comunicación social reservar, con obligatoriedad voluntaria y ética, espacios para la promoción diaria de la paz. En el Instituto Universitario Fe y Alegría, de San Francisco, en su sede, efectuamos un foro sobre la paz el 9 de diciembre del pasado año. Quedé admirado como unos niños explicaban de manera práctica cómo se logra la paz. Se alimentó mi esperanza por la paz y su posibilidad.
La dignidad de la mujer hay que defenderla. Ellas están llamadas a desempeñar una misión insustituible en la educación para la paz.
Ya he sostenido que la familia – Padre y Madre de las manos – es la “primera y fundamental escuela de la paz, escuela de socialidad” (Familiaris consortio). Las familias necesitan ser ayudadas adecuadamente mediante estructuras de apoyo humano, social y económico para satisfacción de sus necesidades, sin ser privados excesivamente de su presencia indispensable. No hay que discriminar a la mujer impidiéndoles su inserción social y su función insustituible dentro de la familia.
Mujeres unidas en defensa de la paz. Recuerden que los dictadores “presumen y se envanecen ante el mundo, pero en sus corazones hay miedo reprimido. Son temerosos…” y lo que él hizo a otros puede que, usualmente, se lo hagan a él” (CHURCHILL).
María danos la paz y llena el corazón de las mujeres de tu espíritu de Madre que llevaste en tu seno a Jesús. Tú lo educaste para que llegara a ser el “Príncipe de la Paz”. Amén.

martes, 26 de mayo de 2015

Ante la Teología de la Liberación

“La verdad os hará libre” (Jn 14, 6).
Siendo Joseph Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe – hoy nuestro santo Papa Emérito – publicó, dos Instrucciones contra “las desviaciones y los riesgos de desviación, ruinosos para la fe y para la vida cristiana”: Libertatis nuntius y Libertatis conscientia. Obviamente, contaron con la aprobación del santo Papa Juan Pablo II.
Agradezco, a Alfredo Michelena, su extenso e interesante trabajo periodístico, titulado, Francisco frente a la Teología de la Liberación, publicado, en ZETA, muy cercanamente a la entrevista que, el Pontífice actual, concediera a Raúl Castro, marxista-comunista confeso que, junto a su camarada hermano Fidel, líder de la llamada Revolución Cubana, persiguieran a la Iglesia Católica en la Isla (Párrocos exiliados, fieles perseguidos, sin Navidad ni Semana Santa, porque eran, según ellos, el “opio de los pueblos”) y que es preciso analizar para evitar presuntas y hasta calculadas “confusiones”.
La Iglesia Católica sigue el Evangelio de Jesucristo, que es mensaje de libertad, liberación, olvido y perdón. Está clara de que, en los hombres y mujeres del mundo de hoy, hay “conciencia de la libertad y de la dignidad del hombre, junto con la afirmación de los derechos inalienables de la persona de los pueblos” (Libertatis conscientia No. 1). Advierte siempre sobre seguimientos a corrientes de pensamiento y acción que, en vez de liberar al hombre de esclavitudes, miseria, pobreza, opresión, lo hunden aún más en regímenes basados en concepciones individualistas y colectivistas, en estas últimas, las marxistas que promocionan y ejecutan la lucha de clases, la violencia, el odio, la guerra, la falsedad y la mentira, suprimiendo la libertad y la dignidad del hombre.
La peor de las esclavitudes es la del pecado. La liberación es ante todo liberación radical del pecado. Su fin y su término es la libertad de los hijos de Dios, don de la gracia, creados a su imagen y semejanza. Las múltiples esclavitudes – esas que producen desigualdades hirientes, de una injusta distribución de la riqueza – derivan del pecado e impiden al hombre vivir según su dignidad.
La Doctrina Social de la Iglesia tiene entre sus principios la “opción preferencial de los pobres”; la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del santo Papa Francisco dedica un capítulo casi entero a la cuestión social y el interés ante ésta de la Iglesia y ubica “en lugar privilegiado a los pobres en el pueblo de Dios” (EG números 197-201; 186-216), respondiendo así, con auténtico valor evangélico “a la opción preferencial por los pobres”.
La Iglesia promueve el diálogo, en sus distintos tipos o matices, y dialoga buscando la paz como valor supremo para el progreso de los hombres y de los pueblos. Lucha porque todos los cristianos asumamos un compromiso de lucha por la justicia, la paz, la libertad, la libertad religiosa, el bienestar espiritual y material, por la inculturación del Evangelio, que es instrumento de Jesucristo, Príncipe de la Paz.

Nota: ZETA del 13 al 21 de mayo de 2015. En ese reportaje se afirma que de haber sido “anatema” – la Teología de la Liberación – pudiera ser reivindicada si se deslastra del marxismo, y que “parece haber tenido un origen ligado a la KGB” (Servicio Secreto de la Unión Soviética), para exportar el comunismo a Latinoamérica “con el auspicio de los Castro”. #TeologíaDeLaLiberacionAcordeConElEvangelioDeCristo