En Múnich de Baviera, el 1 de octubre de 1968, falleció
Romano Guardini que, según su biógrafa Hanna-Bárbara Gerl, es como “un Padre de
la Iglesia del siglo XX”.
Joseph Ratzinger, desde estudiante, lo eligió como su gran
Maestro. Había tenido la dicha de haberle escuchado en sus brillantes
exposiciones en clases.
En su obra “Jesús de Nazareth”, Benedicto XVI, declara que
una obra cumbre de Guardini, “El Señor”, dedicada a Jesús, le inspiró para
escribirla. El afirma que continúa recorriendo las sendas abiertas por su
Maestro.
Benedicto XVI dice de él, que es “una gran figura, intérprete
cristiano del mundo y de la propia época”. Su arte de la interpretación, le
resultaría más fácil poder concluir el por qué del ocaso de la Edad Moderna.
Precisamente, Francisco, en Laudato Si, cita su obra El ocaso de la Edad
Moderna en los numerales 83, 84, 85, 87 y 88, de ese libro.
Alumno y Maestro han tenido toda la vida encuentros. Oyente
de sus clases, lector de sus obras, citas de éstas en casi todos sus escritos.
Los dos satisfacen una preocupación al buscar y encontrar la “esencia del
cristianismo”, que es título de una de las tantas obras de Romano Guardini. Que
le sirvió de guía a Introducción al cristianismo de Ratzinger.
Para ellos era importante el destino de la Iglesia y de
Europa. Benedicto XVI llega a sostener que “se puede ser cristiano únicamente
en la Iglesia…” y que Europa no olvide
sus raíces cristianas en “una herencia vinculante para los cristianos”.
El espíritu de la Liturgia es de su interés que, como fresco
estaba escondido a los fieles y que “el Concilio Vaticano II sacó a la luz… quedando
todos fascinados por la belleza de sus colores y de sus figuras”; pero cuidando
siempre la Liturgia para sacar al hombre de su ocaso, de su alejamiento de Dios
y de Cristo, de su ruina espiritual, la peor de las pobrezas que hacen sucumbir
al ser humano ante cualquier viento o brisa, ni hablar ante los totalitarismos y
la fuerza, insaciables y sin límites en su maldad.
La obra de estos gigantes de la Iglesia, como Padres de ella,
debe ser estudiada en la actualidad, que se requiere de cambios radicales en
las personas y en los pueblos abatidos y sin esperanza de un mundo mejor, que
necesitan de Dios, único Rey de todos los hombres y mujeres de fe.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo