En italiano “Laudato Sii, mi Signore”, así se dirigía a Dios,
San Francisco de Asís, dándole gracias por la Creación: por el hermano sol…
La hermana tierra clama por el daño.
Los Papas que antecedieron a Francisco hablaron de “conversión
ecológica global”; “para garantizar el respeto del medio ambiente”
El hombre es espíritu y naturaleza.
Todos esos aportes papales han sido el producto de
reflexiones de científicos, teólogos, filósofos… siempre en diálogo con ellos.
Así surge Laudato Si, coherencia de Palabra y Acción, de culto a la verdad del
cristianismo. Aportes que enriquecieron el pensamiento de la Iglesia.
No quisiera decirlo, pero no me resisto; quizás los que
atacan a Francisco lo hacen por la defensa de fabulosas ganancias, por su amor
al dios dinero, por mantener una globalización de la indiferencia ante la
ecología humana y natural.
El patriarca Bartolomé ha invitado al arrepentimiento de los
pecados y aceptar al mundo como “sacramento de comunión”: Dios, tú y yo.
Solidaridad universal en palabras urgentes de aplicación inmediata.
La naturaleza es un espléndido libro en el cual Dios nos
habla. El es autor de tanta belleza, por qué arruinarla. Nuestra casa común
tiene que ser protegida y dialogar con los depredadores. Conciencia por Dios.
Ningún bunker les salvaría de un desastre ambiental.
Diálogo que “necesita los talentos y la implicación de todos
para reparar el daño causado…”, en expresión de obispos africanos. Diálogo para
construir juntos el futuro del planeta, de las actuales y nuevas generaciones.
No es quedarse en nominalismos estériles ni en discursos, ni
en cumbres ni en más estudios. Es asunto global que reclama ir a las causas
profundas que generan el daño ambiental y de asumir un nuevo estilo de vida, de
sobriedad, de no consumismo exacerbado, de un nuevo modelo de desarrollo más
justo que no olvide la relación que existe entre los pobres y la fragilidad del
planeta. Todo está conectado. Las cosas pueden cambiar. El hombre necesita del
tesoro de la experiencia espiritual cristiana. Es asunto que nos atañe a todos.
La realidad ambiental zuliana es impactante. No
es asunto de una alcaldía, o de una gobernación, o de una presidencia – menos
si esta es inepta – es de la incumbencia de la globalización, de la conexión de
todos y de política internacional ajena a arcaicos conceptos de soberanía. Francisco
es hombre de coherencia entre palabra y acción, que procede acorde con el Evangelio
de Cristo. Así debemos proceder todos en el respeto al ambiente. Es salvar la
casa común.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo