Cuando veo a un anciano en las últimas, con falta de lucidez y de condiciones físicas, siento una profunda tristeza. Incluso, le pido a Dios se apiade de él, y es más, le impetro, le ruego que me permita llegar, hasta donde su voluntad lo permita, con buena salud.
Yo profeso para con toda persona, respeto. Especialmente, para con los niños y los mayores. Y créanme lo que les voy a decir - no se vayan a digustar- hasta por Fidel Castro.
Cuando lo veo, en deplorable estado, además de sentir conmiseración para con él, amo más a la libertad, la democracia y la alternancia en el poder a través del sufragio, y lamento la tragedia de los cubanos que lleva casi medio siglo.
Tragedia que ha producido pérdida de generaciones enteras, fractura de la familia cubana, destrucción de tradiciones, cultura, y pobreza, mucha pobreza, amén los miles de desterrados y muertos que se han quedado en el ¨mar de la felicidad¨ en el intento de lograr la libertad.
Libertad que es la capacidad de todo ser humano por disponer de su destino.
Pues bien, Fidel, lo que ha hecho, en aras de imponer un socialismo o comunismo, es disponer de la libertad de los cubanos como le ha venido en ganas.
Hoy, ya moribundo, producto de un cáncer en estado terminal, es obstáculo, es el problema, para la transición cubana hacia la libertad.
Pensar que Chávez es eso lo que pretende: convertirse en dictador vitalicio.
Tanto Fidel como Chávez han ido contra la libertad y la democracia para imponer el comunismo.
No me gustan los autoritarios del signo que sean.
Manuel Rosales ha sostenido valores como la libertad, democracia, respeto a la propiedad privada y alternancia democrática. Ha propuesto reelección por una sóla vez y por cuatro años, el período constitucional.
No me gusta la reelección, quizas pudiera aceptarla como la propone Rosales.
Con el triunfo de Rosales le libramos a Venezuela un dictador vitalicio, un socialismo generador de pobreza y un autoritarismo, ajeno a una democracia.
Pero recuerden: la solución, la salida, es la autonomía regional. El Zulia y toda Venezuela tienen la palabra.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo