Y descendió del cielo el Espirítu Santo. Vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento.
Todos, los que sacrificaron a Jesús, sintieron terror.
Pedro les dice:¨Arrepiéntanse, y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el Nombre de Jesús, el Mesías, para que sus pecados sean perdonados. Entonces recibirán el don del Espirítu Santo.¨
Los que acogieron el llamado se bautizaron.
Ya Pedro les había dicho:
¨Aléjense de esta generación perversa y sálvense.¨
Y el temor, ante tantas señales del cielo, les llevó a constituir la primera comunidad.
Pasaron a ser asiduos a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones.
¨Toda la gente sentía un santo temor... Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían, vendían sus bienes y propiedades y repartían después el dinero entre todos según sus necesidades de cada uno.¨
¨Todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían la comida con alegría y con gran sencillez de corazón. Alababan a Dios y se ganaban la simpatía de todo el pueblo; y el Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se iban salvando.¨
Y qué nos enseña la palabra en el día de hoy, cuando vivimos un mundo conflictivo, de egoísmo y de individualismo insano?
Nos dice que vivamos una vida fraterna. Que hagamos de la fraternidad el requisito indispensable de la nueva sociedad.
Qué nos sigue diciendo la Palabra?
Que compartamos. Que demos de comer al que tiene hambre, que son millones de seres en el planeta; pero que lo hagamos con alegría y sencillez de corazón. Que apartemos el egoísmo.
Nos dice la palabra que, viviendo en esta sociedad donde hay perversidad, nos alejemos de ésta. Que andemos siempre con Dios, orando y rezando sin cesar.
Nos enseña mucho ante las señales que hoy atemorizan como ayer cuando Pedro llamó a la salvación.
Todos, los que sacrificaron a Jesús, sintieron terror.
Pedro les dice:¨Arrepiéntanse, y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el Nombre de Jesús, el Mesías, para que sus pecados sean perdonados. Entonces recibirán el don del Espirítu Santo.¨
Los que acogieron el llamado se bautizaron.
Ya Pedro les había dicho:
¨Aléjense de esta generación perversa y sálvense.¨
Y el temor, ante tantas señales del cielo, les llevó a constituir la primera comunidad.
Pasaron a ser asiduos a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones.
¨Toda la gente sentía un santo temor... Todos los que habían creído vivían unidos; compartían todo cuanto tenían, vendían sus bienes y propiedades y repartían después el dinero entre todos según sus necesidades de cada uno.¨
¨Todos los días se reunían en el Templo con entusiasmo, partían el pan en sus casas y compartían la comida con alegría y con gran sencillez de corazón. Alababan a Dios y se ganaban la simpatía de todo el pueblo; y el Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se iban salvando.¨
Y qué nos enseña la palabra en el día de hoy, cuando vivimos un mundo conflictivo, de egoísmo y de individualismo insano?
Nos dice que vivamos una vida fraterna. Que hagamos de la fraternidad el requisito indispensable de la nueva sociedad.
Qué nos sigue diciendo la Palabra?
Que compartamos. Que demos de comer al que tiene hambre, que son millones de seres en el planeta; pero que lo hagamos con alegría y sencillez de corazón. Que apartemos el egoísmo.
Nos dice la palabra que, viviendo en esta sociedad donde hay perversidad, nos alejemos de ésta. Que andemos siempre con Dios, orando y rezando sin cesar.
Nos enseña mucho ante las señales que hoy atemorizan como ayer cuando Pedro llamó a la salvación.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo