Tomo la palabra de Benedicto XVI y me uno a él, que es como hacerlo junto con Juan Pablo II, al publicar en Escritos en el Tiempo, un mensaje para los cubanos.
El mensaje es de fecha 2 de febrero, y acaba de hacerse público. Se funda en palabras que, en 1988, pronunciara Juan Pablo II en su visita a Cuba, que le sirven de título a estas notas.
Abrir el corazón a Dios y al mundo, fueron las palabras de Juan Pablo II en esa ocasión histórica.
Hoy las repite el Papa Benedicto XVI al enviarle un saludo afectuoso a los obispos, sacerdotes, consagrados y laicos de Cuba, haciéndoles presente su ¨cercanía espiritual para impulsar sus tareas evangelizadoras¨.
Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba sólo haciéndolo desde la mirada de Dios, una mirada amorosa, se podrá llegar a la verdad de cada persona, de cada grupo y de cuantos viven en una misma tierra.
Mucho ha de ayudar en este camino emprendido la experiencia de oración de cada cristiano, en el silencio y la humildad del trabajo cotidiano, en la fidelidad de la fe procesada, en el anuncio implícito o explícito del evangelio. Y mucho ayudará también el amor entrañable a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de esa tierra desde hace tanto tiempo, que acompaña a sus moradores con ternura de madre.
Yo le agregaría al mensaje, con el permiso de Benedicto XVI, el perdón. Que cada cubano sea capaz de perdonar teniendo en consideración que en el perdón se resume el ideal cristiano: ama a tu prójimo como a ti mismo.
El mensaje es de fecha 2 de febrero, y acaba de hacerse público. Se funda en palabras que, en 1988, pronunciara Juan Pablo II en su visita a Cuba, que le sirven de título a estas notas.
Abrir el corazón a Dios y al mundo, fueron las palabras de Juan Pablo II en esa ocasión histórica.
Hoy las repite el Papa Benedicto XVI al enviarle un saludo afectuoso a los obispos, sacerdotes, consagrados y laicos de Cuba, haciéndoles presente su ¨cercanía espiritual para impulsar sus tareas evangelizadoras¨.
Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba sólo haciéndolo desde la mirada de Dios, una mirada amorosa, se podrá llegar a la verdad de cada persona, de cada grupo y de cuantos viven en una misma tierra.
Mucho ha de ayudar en este camino emprendido la experiencia de oración de cada cristiano, en el silencio y la humildad del trabajo cotidiano, en la fidelidad de la fe procesada, en el anuncio implícito o explícito del evangelio. Y mucho ayudará también el amor entrañable a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de esa tierra desde hace tanto tiempo, que acompaña a sus moradores con ternura de madre.
Yo le agregaría al mensaje, con el permiso de Benedicto XVI, el perdón. Que cada cubano sea capaz de perdonar teniendo en consideración que en el perdón se resume el ideal cristiano: ama a tu prójimo como a ti mismo.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo