Pienso que las organizaciones políticas, tanto los pequeños grupos como los partidos, necesarios para la democracia, deben estar conformados por dirigentes capaces y de seriedad cívica. Personas que no se crean portadoras de la verdad absoluta y que tengan el valor, humildad y sinceridad para reconocerlo y por qué no, para aceptar la ignorancia sobre determinados temas.
Ser capaces, en una u otra situación, de apelar a la consulta para nutrir una posición u opinión, o una política a diseñar.
Lo antes expuesto es válido tanto para los del gobierno como para la oposición, y que no se me venga a enrostrar que somos ilusos o idealistas en el planteamiento porque no por ello deja de ser válido.
Necesitan contar con equipos especializados para estudiar todo problema tanto local, como nacional e internacional, estructurados con personas honestas y firmes que le hagan culto a la verdad por encima de intereses particulares.
Se requiere de un ambiente de libertad. De democracia. Y esos grupos y partidos han de ser democráticos sin importar sus distinas y necesarias tendencias.
Tanto al gobierno como a la oposición le conviene que sea esa la conformación de ambos.
La oposición debe estructurar lo mejor posible una oposición organizada. Por eso se justifica la consulta enriquecedora. Han de contar con partidos abiertos que garanticen la participación de quienes, por su capacidad, tengan algo o mucho que aportar. Y el gobierno ha de tener igual proceder.
El fin de todo esto es la elaboración de políticas con mayor posibilidad de éxito de beneficio en lo local, nacional e internacional. Esas políticas llevarían el sello de todos y no de nadie en particular. Llevarían la grandeza de sus actores.
Por supuesto, que políticas así diseñadas serían difíciles de lograr en regímenes autoritarios o dictatoriales que, niegan, generalmente, la participación en la forma ya expresada.
Ser capaces, en una u otra situación, de apelar a la consulta para nutrir una posición u opinión, o una política a diseñar.
Lo antes expuesto es válido tanto para los del gobierno como para la oposición, y que no se me venga a enrostrar que somos ilusos o idealistas en el planteamiento porque no por ello deja de ser válido.
Necesitan contar con equipos especializados para estudiar todo problema tanto local, como nacional e internacional, estructurados con personas honestas y firmes que le hagan culto a la verdad por encima de intereses particulares.
Se requiere de un ambiente de libertad. De democracia. Y esos grupos y partidos han de ser democráticos sin importar sus distinas y necesarias tendencias.
Tanto al gobierno como a la oposición le conviene que sea esa la conformación de ambos.
La oposición debe estructurar lo mejor posible una oposición organizada. Por eso se justifica la consulta enriquecedora. Han de contar con partidos abiertos que garanticen la participación de quienes, por su capacidad, tengan algo o mucho que aportar. Y el gobierno ha de tener igual proceder.
El fin de todo esto es la elaboración de políticas con mayor posibilidad de éxito de beneficio en lo local, nacional e internacional. Esas políticas llevarían el sello de todos y no de nadie en particular. Llevarían la grandeza de sus actores.
Por supuesto, que políticas así diseñadas serían difíciles de lograr en regímenes autoritarios o dictatoriales que, niegan, generalmente, la participación en la forma ya expresada.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo