Joaquín, que vivía en Babilonia, era inmensamente rico. El era el más ilustre de los judíos y a su mansión, que tenía un hermoso jardín contíguo, acudía la gente a solicitarle consejos, orientaciones y, seguro, también, ayuda económica. El que más tiene, más debe dar y compartir.
Joaquín se había casado con una mujer joven, bella y fiel a Dios: Susana, su nombre.
A Babilonia llegan dos jueces. Ambos ancianos. Por su investidura, por su sabiduría, acceden a la mansión del ilustre judío.
Susana era hija de Jelsías, y, repito, era muy bella.
Pronto los ancianos, revelarían que su sabiduría era pura presunción. No siempre un anciano es sabio, ni puede entenderse como sinónimo de sabiduría el ser viejo.
Viendo a Susana, cada uno por su lado, cuando se bañaba desnuda acompañada de sus criadas, comenzaron a darle rienda suelta al deseo y empezaron a tramar como poseerla.
Llegan los disfrases de jueces a coincidir, viendo cuando estaba Susana sóla bañandose, e irrumpiéndo de detrás de los árboles, la asaltan y le dicen: ¨Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve...Si te niegas a acostarnos contigo te acusaremos diciendo que estabas con un joven y que por eso habías despedido a tus criadas ¨( Dn 13, 19-20 ).
Susana, fiel a los mandamientos de Dios, no consintió.
Dijo élla: ¨Prefiero caer en vuestras manos por no consentir a pecar contra el Señor ¨( Dn 13, 23 )
Los canallas, que se han valido de su condición de magistrados, le imputan un falso testimonio. No les importa a estos jueces los Mandamientos de Dios.
El pueblo, manipulado, cree. Olvida la inocencia, la rectitud, la buena conducta de Susana, y hace coro de iniquidad contra élla.
Los magistrados han manchado la justicia para dañar a una mujer fiel a Dios, a una inocente.
A juro quieren sentenciarla. Sin darle la oportunidad de defenderse. Olvidan que el derecho a la defensa es y será siempre un derecho fundamental, base de la justicia.
A Susana la salva la espontaneidad y valentía de un joven: Daniel.
Daniel demuestra que, en un joven, puede concentrarse la sabiduría, y que vejez, no es sinónimo de sabiduría: No siempre la experiencia es lo que cuenta.
Habíase despertado el santo espíritu en el joven profeta y grita: ¨Yo soy inocente de la sangre de esta mujer ¨. ¨Tan necios son israelitas para condenar a una hija de Israel sin hacer interrogatorios y sin investigar la verdad ? ( Dn 13, 44-49 ).
Logra desbaratar, destruir, el falso testimonio urdido en contra de Susana.
La belleza les cegó. Pudo más la maldad de los infames administradores de justicia.
El final de los ancianos: la ejecución.
Fueron ejecutados por haber envejecidos en la maldad. En ellos habían reaparecido los delitos del pasado cuando dictaban sentencias injustas, condenando a inocentes y absolviendo culpables.
El Señor ordena: ¨No condenaras a muerte al inocente y al justo ¨( Dn 13, 52 )
Dios salva a los que esperan en El y, por tanto, salvó a Susana: hizo justicia.
Dios es amor y es justicia.
Joaquín se había casado con una mujer joven, bella y fiel a Dios: Susana, su nombre.
A Babilonia llegan dos jueces. Ambos ancianos. Por su investidura, por su sabiduría, acceden a la mansión del ilustre judío.
Susana era hija de Jelsías, y, repito, era muy bella.
Pronto los ancianos, revelarían que su sabiduría era pura presunción. No siempre un anciano es sabio, ni puede entenderse como sinónimo de sabiduría el ser viejo.
Viendo a Susana, cada uno por su lado, cuando se bañaba desnuda acompañada de sus criadas, comenzaron a darle rienda suelta al deseo y empezaron a tramar como poseerla.
Llegan los disfrases de jueces a coincidir, viendo cuando estaba Susana sóla bañandose, e irrumpiéndo de detrás de los árboles, la asaltan y le dicen: ¨Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve...Si te niegas a acostarnos contigo te acusaremos diciendo que estabas con un joven y que por eso habías despedido a tus criadas ¨( Dn 13, 19-20 ).
Susana, fiel a los mandamientos de Dios, no consintió.
Dijo élla: ¨Prefiero caer en vuestras manos por no consentir a pecar contra el Señor ¨( Dn 13, 23 )
Los canallas, que se han valido de su condición de magistrados, le imputan un falso testimonio. No les importa a estos jueces los Mandamientos de Dios.
El pueblo, manipulado, cree. Olvida la inocencia, la rectitud, la buena conducta de Susana, y hace coro de iniquidad contra élla.
Los magistrados han manchado la justicia para dañar a una mujer fiel a Dios, a una inocente.
A juro quieren sentenciarla. Sin darle la oportunidad de defenderse. Olvidan que el derecho a la defensa es y será siempre un derecho fundamental, base de la justicia.
A Susana la salva la espontaneidad y valentía de un joven: Daniel.
Daniel demuestra que, en un joven, puede concentrarse la sabiduría, y que vejez, no es sinónimo de sabiduría: No siempre la experiencia es lo que cuenta.
Habíase despertado el santo espíritu en el joven profeta y grita: ¨Yo soy inocente de la sangre de esta mujer ¨. ¨Tan necios son israelitas para condenar a una hija de Israel sin hacer interrogatorios y sin investigar la verdad ? ( Dn 13, 44-49 ).
Logra desbaratar, destruir, el falso testimonio urdido en contra de Susana.
La belleza les cegó. Pudo más la maldad de los infames administradores de justicia.
El final de los ancianos: la ejecución.
Fueron ejecutados por haber envejecidos en la maldad. En ellos habían reaparecido los delitos del pasado cuando dictaban sentencias injustas, condenando a inocentes y absolviendo culpables.
El Señor ordena: ¨No condenaras a muerte al inocente y al justo ¨( Dn 13, 52 )
Dios salva a los que esperan en El y, por tanto, salvó a Susana: hizo justicia.
Dios es amor y es justicia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar.
Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo