Dios, a través de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, nos persuade con su Palabra. El nos seduce, y de aceptarlo en nuestras vidas, estamos libremente convirtiéndonos en cristianos. En cristianos para amarle y seguir su Voluntad.
Digo libremente aún cuando Jeremías nos dice que, cuando los obstáculos, el oprobio, nos desanima para no seguir, el corazón, con algo así como fuego ardiente prendido en los huesos ( Jr 20, 7-9 ) nos lleva a seguir predicando su Palabra.
Y es que mi alma sedienta de Dios siente en El , seguro apoyo ( Sal 62 ).
Seguir su Voluntad significa una nueva manera de pensar, una transformación interna, que nos permite distinguir lo que es bueno, lo que agrada, lo que es perfecto, a los ojos de Dios ( Rm 12, 1-2 )
Ser cristiano es seguir la doctrina de Jesús. No es serlo a nuestra manera, a nuestro estilo. Es cumplir con lo que nos enseña Jesús.
Jesús sigue la Voluntad del Padre. El sabía que tenía que ir a Jerusalen, para nuestra salvación.
En Mateo, 16, 21-27, nos damos cuenta como Jesús sabía que iba a ser ejecutado y que al tercer día resucitaría de entre los muertos.
Pedro y los demás discípulos de Jesús, no entendían que ese era el Plan de Dios. Que era un Plan trascendente. Y por ello, Pedro, que se creía con derecho de increpar, presionar, a Jesús, le dice que Dios, no lo permitirá. Jesús le responde: Apártate, satanás.
Ello ocurrió porque Pedro, pensó con criterios humanos. El pensaba en riquezas, honores, que se iban a producir una vez alcanzado el Reino. No entendió que era el Reino de Dios, distinto al reino de los hombres.
Pedro no podía darle órdenes a Dios.
¿ Quiénes iban a ejecutarlo ?
La Homilía del Padre Ocando, en la Eucaristía celebrada en la Iglesia Corazón de Jesús en Maracaibo, nos da la respuesta: la aristocracia reinante en Israel.
Esa aristocracia compuesta por los senadores o ancianos, terratenientes muy ricos; por los letrados, los fariseos, el poder intelectual; y los sumos sacerdotes.
Esa aristocracia temió a la voz impertinente, según sus integrantes, de Jesús, que amenazaba sus intereses. Todos defendían sus riquezas, que se habían convertido para ellos, en sus dioses, en contra de los pobres. Jesús venía a salvar a todos pero principalmente a los marginados, desamparados, a los que tenían sed de Dios, a los pobres, a los enfermos...
La decisión de ellos fue ejecutarlo, crucificarlo.
Los Misterios de Dios son para ser aceptados por los cristianos. Nunca preguntar el por qué. Jamás lo comprenderemos. Dios sabe el por qué de sus actuaciones. En El, hay que tener Fe, sin importar lo que nos ocurra. Seguir en todo su Voluntad.
Como cristianos injertémonos - como dice Ocando Yamarte - en Jesucristo. Busquémos parecernos a Cristo en nuestras actuaciones. No importa los obstáculos, el oprobio, las tentaciones, las caídas...sigamos a Cristo. No seamos cómodos. No pensemos en bellezas, riquezas, que todo se quedará aqui. Tengamos una vida plena ajustada a Cristo y su doctrina, para lograr la vida eterna.
Digo libremente aún cuando Jeremías nos dice que, cuando los obstáculos, el oprobio, nos desanima para no seguir, el corazón, con algo así como fuego ardiente prendido en los huesos ( Jr 20, 7-9 ) nos lleva a seguir predicando su Palabra.
Y es que mi alma sedienta de Dios siente en El , seguro apoyo ( Sal 62 ).
Seguir su Voluntad significa una nueva manera de pensar, una transformación interna, que nos permite distinguir lo que es bueno, lo que agrada, lo que es perfecto, a los ojos de Dios ( Rm 12, 1-2 )
Ser cristiano es seguir la doctrina de Jesús. No es serlo a nuestra manera, a nuestro estilo. Es cumplir con lo que nos enseña Jesús.
Jesús sigue la Voluntad del Padre. El sabía que tenía que ir a Jerusalen, para nuestra salvación.
En Mateo, 16, 21-27, nos damos cuenta como Jesús sabía que iba a ser ejecutado y que al tercer día resucitaría de entre los muertos.
Pedro y los demás discípulos de Jesús, no entendían que ese era el Plan de Dios. Que era un Plan trascendente. Y por ello, Pedro, que se creía con derecho de increpar, presionar, a Jesús, le dice que Dios, no lo permitirá. Jesús le responde: Apártate, satanás.
Ello ocurrió porque Pedro, pensó con criterios humanos. El pensaba en riquezas, honores, que se iban a producir una vez alcanzado el Reino. No entendió que era el Reino de Dios, distinto al reino de los hombres.
Pedro no podía darle órdenes a Dios.
¿ Quiénes iban a ejecutarlo ?
La Homilía del Padre Ocando, en la Eucaristía celebrada en la Iglesia Corazón de Jesús en Maracaibo, nos da la respuesta: la aristocracia reinante en Israel.
Esa aristocracia compuesta por los senadores o ancianos, terratenientes muy ricos; por los letrados, los fariseos, el poder intelectual; y los sumos sacerdotes.
Esa aristocracia temió a la voz impertinente, según sus integrantes, de Jesús, que amenazaba sus intereses. Todos defendían sus riquezas, que se habían convertido para ellos, en sus dioses, en contra de los pobres. Jesús venía a salvar a todos pero principalmente a los marginados, desamparados, a los que tenían sed de Dios, a los pobres, a los enfermos...
La decisión de ellos fue ejecutarlo, crucificarlo.
Los Misterios de Dios son para ser aceptados por los cristianos. Nunca preguntar el por qué. Jamás lo comprenderemos. Dios sabe el por qué de sus actuaciones. En El, hay que tener Fe, sin importar lo que nos ocurra. Seguir en todo su Voluntad.
Como cristianos injertémonos - como dice Ocando Yamarte - en Jesucristo. Busquémos parecernos a Cristo en nuestras actuaciones. No importa los obstáculos, el oprobio, las tentaciones, las caídas...sigamos a Cristo. No seamos cómodos. No pensemos en bellezas, riquezas, que todo se quedará aqui. Tengamos una vida plena ajustada a Cristo y su doctrina, para lograr la vida eterna.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo