Hay dos palabras que juzgo importante definir, una, reconciliación, y la otra, Perdón.
Van a desempeñar un rol trascendente en estas notas que me propongo desarrollar en esta oportunidad.
Reconciliar es acción y efecto de reconciliar. Reconciliar es restablecer la concordia o la amistad entre varias partes que estaban enemistadas. Y por Perdón se entiende, en varias de sus acepciones, la acción de perdonar. Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente. También se refiere a Indulgencia ( remisión de los pecados ).
Para esas definiciones accedí a la Real Academia Española a través de Internet.
Ahora bien, inicio el tema en concreto.
Hoy el Evangelio aborda el tema del Perdón - lo he venido poniendo en mayúscula - como el más eficaz remedio para lograr la paz. Las guerras las vence el Perdón y no las armas.
La paz sale del interior del hombre cuando es capaz de transformar su corazón. Diría más: cuando se reconcilia con Dios, que es Amor, su Hijo Unigénito Jesús y el Espíritu Santo, o cuando se convierte. Un ejemplo de conversión es Pablo.
Pedro le pregunta a Jesús: ¨Si mi hermano me ofende, ¿ cuántas veces tengo que perdonarlo ? ¿ hasta siete veces ? Jesús le contestó: ¨No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete ¨( Mt 18, 21- 19, 1 )
Ese Perdón lo recordamos a diario cuando rezamos la oración que Jesús nos legó para siempre: el Padrenuestro.
En la Biblia leemos ¨... y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores...( Mt 6, 12 )
Decir deuda. Recuerdo la deuda externa de los países pobres o subdesarrollados, que no pocos han llamado deuda eterna con los países ricos o desarrollados, como eufemísticamente se les dice. Dios perdona y lo hace rápido, y se enoja cuando ese perdonado no es capaz de hacerlo con su servidor que le debe poco. Le castiga.
El Perdón requiere del Amor. Necesita de un buen corazón. Como el de Juan Pablo II cuando acudiera a la cárcel a perdonar a su agresor.
La reconciliación y el Perdón producen Alegría. Esta vendrá para quienes sean capaces de cruzar el puente del Perdón.
La fuente de esa Alegría es Dios mismo.
Perdono a todos mis enemigos porque esa es la gracia que Dios quiere de nosotros. Es la que encaja en aquello de amar al prójimo como a ti mismo. Que gracia tiene si sólo amamos a quienes nos aman. Pido Perdón a quien haya ofendido.
Van a desempeñar un rol trascendente en estas notas que me propongo desarrollar en esta oportunidad.
Reconciliar es acción y efecto de reconciliar. Reconciliar es restablecer la concordia o la amistad entre varias partes que estaban enemistadas. Y por Perdón se entiende, en varias de sus acepciones, la acción de perdonar. Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente. También se refiere a Indulgencia ( remisión de los pecados ).
Para esas definiciones accedí a la Real Academia Española a través de Internet.
Ahora bien, inicio el tema en concreto.
Hoy el Evangelio aborda el tema del Perdón - lo he venido poniendo en mayúscula - como el más eficaz remedio para lograr la paz. Las guerras las vence el Perdón y no las armas.
La paz sale del interior del hombre cuando es capaz de transformar su corazón. Diría más: cuando se reconcilia con Dios, que es Amor, su Hijo Unigénito Jesús y el Espíritu Santo, o cuando se convierte. Un ejemplo de conversión es Pablo.
Pedro le pregunta a Jesús: ¨Si mi hermano me ofende, ¿ cuántas veces tengo que perdonarlo ? ¿ hasta siete veces ? Jesús le contestó: ¨No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete ¨( Mt 18, 21- 19, 1 )
Ese Perdón lo recordamos a diario cuando rezamos la oración que Jesús nos legó para siempre: el Padrenuestro.
En la Biblia leemos ¨... y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores...( Mt 6, 12 )
Decir deuda. Recuerdo la deuda externa de los países pobres o subdesarrollados, que no pocos han llamado deuda eterna con los países ricos o desarrollados, como eufemísticamente se les dice. Dios perdona y lo hace rápido, y se enoja cuando ese perdonado no es capaz de hacerlo con su servidor que le debe poco. Le castiga.
El Perdón requiere del Amor. Necesita de un buen corazón. Como el de Juan Pablo II cuando acudiera a la cárcel a perdonar a su agresor.
La reconciliación y el Perdón producen Alegría. Esta vendrá para quienes sean capaces de cruzar el puente del Perdón.
La fuente de esa Alegría es Dios mismo.
Perdono a todos mis enemigos porque esa es la gracia que Dios quiere de nosotros. Es la que encaja en aquello de amar al prójimo como a ti mismo. Que gracia tiene si sólo amamos a quienes nos aman. Pido Perdón a quien haya ofendido.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo