- Cómo lo lograba, era un misterio.
- Mejor que misterio. Era un secreto.
- Y es que la vida tiene muchos secretos. Lo invisible domina. Está asociado a la eternidad.
Saben quién me hablaba?
Ya lo deben saber. Mi amigo, Juan, quien disertó.
- Rafael no sabes cuanto te agradezco la paciencia de escucharme. Es indudable que la paciencia es una virtud.
- No confíes mucho.
- Te cuento.
-El hombre llegó a Venezuela elegantemente vestido y empezó a reunir gente. Su finalidad era levantar el autoestima del venezolano, para convencerles que el éxito es una ciencia. Que debían cuidar la imágen, vestir bien, ser positivos y optimistas, siempre.
- Como discurso es muy bonito, Juan.
- Claro, pero, me llamaba la atención una señora, muy humilde, que andaba siempre limpiando y diciendo: la vida es corta para no sonreir.
- A qué se refería.
- No sabría decirte, pero, te sigo contando. El hombre, que te digo el pecado pero no el pecador, decía, dándose bomba, que había escrito más de mil libros sobre el tema, y visitado, más de cien países.
- Juan por qué te llamaba la atención la humilde señora?
- Porque élla, cada vez que la llamaban, para que limpiara, reía y decía, ¨la vida es corta para no reir¨. A mi me dijo. ¨Yo soy de Colombia. Ya me ve . Estoy vieja. Tengo tres hijos que me quieren y quiero. Usted tiene hijos, me preguntó.
-Si. Le respondió, Juan.
-Un hijo suyo le va a regalar un carro blanco, me dijo. Supe que se llama Idania y que vive en Miami, pero que cuando el hombre va a Venezuela ella lo acompaña.
Intrigado, no podía ser lo contrario, le pregunté. Cómo se llama ese hombre.
- Yo también estaba intrigado. Me lo puse a seguir. Era inglés. Su español era forzado. Lo seguí..., lo seguí... y paré de seguirlo en un barrio paupérrimo de Inglaterra... donde se quitó la careta... y era todo lo contrario a lo que predicaba.
Como siempre, Juan es incorregible.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo