No debemos aislarnos, por el
contrario, asistir a la Iglesia, pertenecer a grupos y dar de nosotros nuestros
dones, expresados en bondad, amabilidad y respeto. Salir para ver y para que
nos vean.
Debemos, además, compartir el pan con
los demás. Ser ciudadanos del mundo y defender la dignidad de todos, empezando
por la nuestra.
Una vida aislada produce enfermedad
física y mental. Una en comunidad, en sociabilidad, en familia, bienestar
verdadero y auténtico.
Tengamos fe en Dios, no obstante,
nuestra falta de vigor o debilidades. No dudemos ni vacilemos. Sólo la fe logra
nuestra justificación.
Pobres, aquellos, que sólo acumulan
riquezas y luego se retiran a comer, a beber, a disfrutar y a todo tipo de
placeres, de manera egoísta y avara. Son unos ¡insensatos! No saben que de
pronto pueden perderlo todo.
Que distintos son los que acumulan
bienes y aman a Dios, en nombre de su Hijo amado, hacen obras de caridad y son
altruistas. Son personas positivas que hacen el bien.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo