Leí el
domingo pasado en ABC, periódico español, una entrevista que le hicieran a una
dama de la societé de Madrid. Ella, Pitita Ridruejo, es católica y es
inmensamente rica. Vive en un palacete de lujosos salones en el centro de
Madrid.
Al otro día, lunes, me disponía a dictar una charla acerca
del Apocalipsis y su mensaje, en la Iglesia San Onofre, y me puse a meditar qué
había querido decir la elegantísima mujer, al sostener que, a muchas personas,
no les gusta que venga un apocalipsis.
Indudablemente, se estaba refiriendo al último libro del
Nuevo Testamento que, en mi criterio, es la epopeya de Jesús en contra de las
causas que ayer y en el mundo actual, ocasionan el mal, expresado en
corrupción, pobreza y hambre, y en guerras que conducen al abismo. Pitita, al
hablar de Francisco, dijo: Que es un ser maravilloso. Hombre de cambios,
preocupado por esos problemas que afectan a la humanidad actual.
Ayer, cuando se escribió el libro Apocalipsis, final del
siglo I d.C., gemía la tierra ante hechos cósmicos e históricos que, en
conjunto, actuaban en aras de un mundo y una tierra conforme con la Creación de
Dios, expresada en el libro Génesis del Antiguo Testamento. Las fuerzas del
mal, la bestia (Roma y su imperio) hacían de las suyas en contra de los
cristianos que eran martirizados por unos emperadores que se creían dioses y
obligaban a sus gobernados a que los trataran como tales. Obviamente, los
cristianos no podían hacerlo, por amar a un solo Dios y a su Hijo amado,
suscitando así persecuciones sangrientas. El autor del Apocalipsis (Juan)
escribió desde Patmos, donde se encontraba desterrado, este libro de esperanza
para levantar la fe de unos hermanos perseguidos cruelmente.
Eran fuerzas que oprimían con todo tipo de injusticia a la
mayoría de los que conformaban el vasto territorio imperial. No podemos obviar
los impuestos que eran explotadores. Los recaudadores de éstos eran rechazados.
Entendí, cabalmente, lo que expresó Pitita. Los poderes del
presente no quieren que venga Jesús, para mantener la corrupción, la violencia,
la pobreza, el hambre, las guerras, la falta de trabajo, la explotación
infantil, la injusta distribución de la riqueza, la ancianidad abandonada, la
inmigración de los pueblos, entre otras “lindeces”. Venir Jesús e imponer su
reino, que es el de Dios, es un apocalipsis, para un renacer del hombre en paz,
en amor, en justicia y en fraternidad. Es la victoria de Jesús sobre el dragón
(Satán, que es la figura que representa el mal), la victoria para un nuevo
mundo y una nueva tierra.
Ven Señor Jesús, ven pronto (Ap 22,s): Marana Tha, ¡Ya¡
Leamos el libro, que es hermoso, hagamos un esfuerzo para
entender ese género literario apocalíptico, lleno de colores, números, signos y
figuras, e interpretemos para comprender el mensaje de Dios, que le transmitió
a Jesucristo, y que éste, a través de un ángel, comunicara a Juan para que lo
escribiera pronto y llevara la esperanza a todas las generaciones, las de ayer
y las de hoy, por un mundo de paz, pan y justicia. Por un mundo de servicio
basado en el amor para con los demás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar.
Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo