Gaudium et
Spes – gozos y esperanzas – es una de las constituciones que, el Concilio
Vaticano II, aprobó.
En efecto, el
día 7 de diciembre de 1965, el Papa Pablo VI, solemnemente, la promulgó. Le
estampó el ejecútese.
Trata esta
constitución pastoral, de la relación de la Iglesia con el mundo actual, siendo
manifestación del aggiornamento pretendido por Juan XXIII.
Se hace
necesario decir qué significa aggiornamento. Palabra en italiano que significa
puesta al día. Poner la Iglesia al día fue la intención del Papa Juan XXIII.
Nadie debería
poner en duda la vigencia de esta constitución.
Por vigencia
se entiende lo que está en uso y tiene validez en un momento determinado. Es
sinónimo de actualidad, valor y vigor.
El mundo de
hoy, podría afirmarse que planetariamente (No creo que sea solo en el mundo
occidental) está sumido en falta de ética, que se refleja en todas las
actividades humanas. En la política y en la economía es donde más se palpa.
En la vida
económico-social debe respetarse la dignidad de la persona humana, porque el
hombre es autor, centro y fin de esa vida. ¿Se respeta?
Muchedumbres
carecen de lo estrictamente necesario para vivir ¿Puede negarse?, “el lujo
pulula junto a la miseria”.
La paz
mundial difícilmente puede alcanzarse con una realidad de gravísimos
desequilibrios económicos y sociales. Es la causa preponderante de los
conflictos que sacuden al planeta. Aquí en nuestras narices veamos lo que
sucede. Se habla, incluso, de la primavera latinoamericana a raíz de lo que
sucede en Brasil.
Yo no creo en
una economía donde no se satisfagan las necesidades materiales del hombre,
porque la finalidad debe ser, servir a la persona humana de manera integral.
Nada más
injusto que la inseguridad que produce la estrechez económica. Nada más contrario a la equidad que el
individuo no pueda ganar el pan para su sustento y el de su familia.
Al católico
le es un deber político fijar posición, denunciar que es un pecado grave
impedirle al hombre tener un trabajo
digno, de salario justo, que le permita lograr su dignidad y la de su familia.
La Iglesia
tiene que estar acompañando al hombre en sus necesidades espirituales y
materiales. Su puesta al día pasa por ese acompañamiento. Pienso que Francisco
camina en esa ruta.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo