Principio de la sabiduría es respetar a Dios, son inteligentes lo que los practican ( Sal 110, 10 ).
Creo en Dios, en su misericordia porque es grande e infinita. Para Él nada es imposible.
Dios al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a una vida nueva. Tengo fe en Él y a diario, le pido que aumente mi fe. Que crezca hoy, en toda circunstancia por difícil que sea.
Creo en Jesucristo, le amo y le sigo. Le pido que, lo que tenga de vida, lo entregue a servirle a él y a los demás ( 1Pe 1, 3- 9 ).
Compartir lo poco es mi manera de servir al prójimo. No es acumular riqueza el leimotiv de mi vida ni es mi felicidad. La pera que tenía el sábado en la noche sirvió para que, comieramos de ella, un poquito, cada uno, y que conste fuimos cinco personas.
Jesús no condena la riqueza sino al que se hace esclavo de ella y no es capaz de compartir. Al joven le dice: ¨Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres, así tendrás tesoro en los cielos. Después ven y sígueme¨( Mc 10, 17 - 27 ).
La riqueza que se concentra en pocas manos se pudre. Le pasa como al agua que se estanca. El agua que baja entre rocas - una catarata, por ejemplo - se purifica y fluye alegremente, llenando de felicidad y salud al que la consume.
Creo en Dios, en su misericordia porque es grande e infinita. Para Él nada es imposible.
Dios al resucitar a Jesucristo de entre los muertos, nos concedió renacer a una vida nueva. Tengo fe en Él y a diario, le pido que aumente mi fe. Que crezca hoy, en toda circunstancia por difícil que sea.
Creo en Jesucristo, le amo y le sigo. Le pido que, lo que tenga de vida, lo entregue a servirle a él y a los demás ( 1Pe 1, 3- 9 ).
Compartir lo poco es mi manera de servir al prójimo. No es acumular riqueza el leimotiv de mi vida ni es mi felicidad. La pera que tenía el sábado en la noche sirvió para que, comieramos de ella, un poquito, cada uno, y que conste fuimos cinco personas.
Jesús no condena la riqueza sino al que se hace esclavo de ella y no es capaz de compartir. Al joven le dice: ¨Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres, así tendrás tesoro en los cielos. Después ven y sígueme¨( Mc 10, 17 - 27 ).
La riqueza que se concentra en pocas manos se pudre. Le pasa como al agua que se estanca. El agua que baja entre rocas - una catarata, por ejemplo - se purifica y fluye alegremente, llenando de felicidad y salud al que la consume.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por comentar.
Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo