La caridad es amor. El fariseo pone a prueba a Jesús y le pregunta ¨Maestro, ¿ cual es el mandamiento mayor de la Ley ? El le respondió: ¨Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: ¨Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas¨( Mt 22, 36-40 ).
¨La caridad es paciente, es amable, no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; la caridad es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad¨ ( I Co 13,6 ). Es la caridad en la verdad, como afirma Benedicto XVI en su Encíclica Cáritas in veritate, su primera encíclica en lo social, que sigue el hilo conductor de las anteriores de sus predecesores, Rerum Novarum, Populorum Progressio y Sollicitudo rei sociales, ajustada a la realidad dramática del mundo actual.
¿ Cuál es la verdad ? La respuesta conduce al cristiano más allá de sus limitaciones humanas acerca de la verdad.
Jesús responde: ¨Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto¨( Jn 14, 5-7 ).
Seguir ese Camino lleva al cristiano a saber que Dios es Amor y por ese Amor, nos dio a su Hijo para nuestra salvación. Y que no nos dará si tenemos fe en El. Por eso ni tribulación, ni angustia, ni presente, ni futuro, ni muerte ni vida, ni poderes, ni peligros, ni espadas, ni hambre, ni desnudez, podrán separarnos de El ( Romanos 8, 31- 39 ).
Jesús es agua viva. El que beba de esa agua ¨se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna¨( Jn 4, 8- 16). Jesús da esa agua a una samaritana. Para El, no existe diferencia de ningún tipo al dar su amor, su palabra, sus enseñanzas.
Jesús nos dice: ¨ustedes son de abajo, yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo¨( Juan 8,22). Con ello nos invita a seguir las cosas espirituales, celestiales, aun cuando seamos de este mundo. Nos llama a que con ¨sinceridad en el amor, crezcamos en todo hasta aquel que es la cabeza, Cristo¨( Ef 4, 16 ), de quien todo el cuerpo recibe trabazón y cohesión por la colaboración de los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro, para el crecimiento y edificación en el amor¨( Efesios 4, 16 ).
Vivir la caridad en la verdad nos lleva a vivir como Cristo. Su anuncio es el principal factor de desarrollo, como afirma Pablo VI. Es vivir sin apego a lo material, sin avaricia, sin codicia, siendo solidario con los demás, compartiendo y dando lo mejor de nosotros. Caminar por la vía del desarrollo con todo nuestro corazón y con toda nuestra inteligencia, es decir, con el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad. Vivir la caridad en la verdad lleva a comprender que la adhesión a los valores del cristianismo es indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral.
La caridad es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia. La caridad es un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral: 1. La justicia y 2. El bien común. Justicia y bien común se requieren con urgencia en momentos de crisis planetaria, humanitaria, económica y financiera, en aras de una globalización que necesita de un rostro más humano antes de que sea tarde.
¨La caridad es paciente, es amable, no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; la caridad es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad¨ ( I Co 13,6 ). Es la caridad en la verdad, como afirma Benedicto XVI en su Encíclica Cáritas in veritate, su primera encíclica en lo social, que sigue el hilo conductor de las anteriores de sus predecesores, Rerum Novarum, Populorum Progressio y Sollicitudo rei sociales, ajustada a la realidad dramática del mundo actual.
¿ Cuál es la verdad ? La respuesta conduce al cristiano más allá de sus limitaciones humanas acerca de la verdad.
Jesús responde: ¨Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto¨( Jn 14, 5-7 ).
Seguir ese Camino lleva al cristiano a saber que Dios es Amor y por ese Amor, nos dio a su Hijo para nuestra salvación. Y que no nos dará si tenemos fe en El. Por eso ni tribulación, ni angustia, ni presente, ni futuro, ni muerte ni vida, ni poderes, ni peligros, ni espadas, ni hambre, ni desnudez, podrán separarnos de El ( Romanos 8, 31- 39 ).
Jesús es agua viva. El que beba de esa agua ¨se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna¨( Jn 4, 8- 16). Jesús da esa agua a una samaritana. Para El, no existe diferencia de ningún tipo al dar su amor, su palabra, sus enseñanzas.
Jesús nos dice: ¨ustedes son de abajo, yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo¨( Juan 8,22). Con ello nos invita a seguir las cosas espirituales, celestiales, aun cuando seamos de este mundo. Nos llama a que con ¨sinceridad en el amor, crezcamos en todo hasta aquel que es la cabeza, Cristo¨( Ef 4, 16 ), de quien todo el cuerpo recibe trabazón y cohesión por la colaboración de los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro, para el crecimiento y edificación en el amor¨( Efesios 4, 16 ).
Vivir la caridad en la verdad nos lleva a vivir como Cristo. Su anuncio es el principal factor de desarrollo, como afirma Pablo VI. Es vivir sin apego a lo material, sin avaricia, sin codicia, siendo solidario con los demás, compartiendo y dando lo mejor de nosotros. Caminar por la vía del desarrollo con todo nuestro corazón y con toda nuestra inteligencia, es decir, con el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad. Vivir la caridad en la verdad lleva a comprender que la adhesión a los valores del cristianismo es indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral.
La caridad es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia. La caridad es un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral: 1. La justicia y 2. El bien común. Justicia y bien común se requieren con urgencia en momentos de crisis planetaria, humanitaria, económica y financiera, en aras de una globalización que necesita de un rostro más humano antes de que sea tarde.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo