¨La libertad humana generalmente se debilita y casi se extingue cuando el hombre cae en pobreza extrema¨.
Estando en Oslo el año pasado, esperando el nacimiento de Mari Andrea, mi bella nieta, leí un artículo que tiene actualidad, escrito por Fernando Savater.
En ese trabajo periodístico, el filósofo realiza un análisis de dos libros. Uno, de Roberto Legros, denominado ¨El advenimiento de la democracia¨, y el otro, titulado Il Sovrano e Il Dissidente, cuya autoría le pertenece a Paolo Flores de Arcais.
En ambos se plantea dos temas de vigencia permanente. Uno, que la democracia es un órden donde los hombres se sienten semejantes, y el siguiente, vinculado con la soberanía individual y la disidencia. Esta como el derecho de diferir de la mayoría y de señalar caminos diferentes, que, no en pocas veces, han sido los convenientes para esa mayoría.
La disidencia está asociada al derecho que tiene la minoría de que se le respete. Que ese derecho esté institucionalizado mediante leyes que lo protejan.
Hay que dejar precisado el por qué de ese derecho. Y es que no siempre la mayoría tiene razón.
Además, hay que dejar sentado que además de ese derecho, hay otro, que es el derecho a la información veraz.
Cuando la fuerza de un gobierno cercena la libertad de expresión busca convertir al individuo democrático en un servil o súbdito.
En un órden democrático es donde un gobierno puede crear la mayor suma de felicidad posible, siempre y cuando respete la libertad y la igualdad, y el derecho a disentir. Si ello no ocurre así, la democracia deja de ser. Y si el gobierno utiliza el terror, podrá existir cualquier cosa menos democracia.
Por cierto, al hablar de terror, Savater al referirse al terrorismo internacional, que actúa desde gobiernos, sostengo yo, afirma que no resuelve la desigualdad y opresión, en cuyo nombre dice actuar, y que debe ser combatido con la fuerza y sobre todo, por medio de una reflexión sobre las causas que perpetúan esas desigualdades y esa opresión a escala mundial.
No es fortuito, afirma quien esto escribe, que en Latinoamérica hayan surgido movimientos enemigos de la democracia, que practican en todas sus manifestaciones, el terror, fundandose en la miseria y el hambre de millones de personas.
Estando en Oslo el año pasado, esperando el nacimiento de Mari Andrea, mi bella nieta, leí un artículo que tiene actualidad, escrito por Fernando Savater.
En ese trabajo periodístico, el filósofo realiza un análisis de dos libros. Uno, de Roberto Legros, denominado ¨El advenimiento de la democracia¨, y el otro, titulado Il Sovrano e Il Dissidente, cuya autoría le pertenece a Paolo Flores de Arcais.
En ambos se plantea dos temas de vigencia permanente. Uno, que la democracia es un órden donde los hombres se sienten semejantes, y el siguiente, vinculado con la soberanía individual y la disidencia. Esta como el derecho de diferir de la mayoría y de señalar caminos diferentes, que, no en pocas veces, han sido los convenientes para esa mayoría.
La disidencia está asociada al derecho que tiene la minoría de que se le respete. Que ese derecho esté institucionalizado mediante leyes que lo protejan.
Hay que dejar precisado el por qué de ese derecho. Y es que no siempre la mayoría tiene razón.
Además, hay que dejar sentado que además de ese derecho, hay otro, que es el derecho a la información veraz.
Cuando la fuerza de un gobierno cercena la libertad de expresión busca convertir al individuo democrático en un servil o súbdito.
En un órden democrático es donde un gobierno puede crear la mayor suma de felicidad posible, siempre y cuando respete la libertad y la igualdad, y el derecho a disentir. Si ello no ocurre así, la democracia deja de ser. Y si el gobierno utiliza el terror, podrá existir cualquier cosa menos democracia.
Por cierto, al hablar de terror, Savater al referirse al terrorismo internacional, que actúa desde gobiernos, sostengo yo, afirma que no resuelve la desigualdad y opresión, en cuyo nombre dice actuar, y que debe ser combatido con la fuerza y sobre todo, por medio de una reflexión sobre las causas que perpetúan esas desigualdades y esa opresión a escala mundial.
No es fortuito, afirma quien esto escribe, que en Latinoamérica hayan surgido movimientos enemigos de la democracia, que practican en todas sus manifestaciones, el terror, fundandose en la miseria y el hambre de millones de personas.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo