“El Hijo del Hombre también es dueño del sábado” (Lc 6, 1-5. Cristo
proclama la primacía del hombre para hacer el bien, también en sábado).
SEMBRAR EL PETROLEO,
no ha sido, para ese país nórdico, una simple y manoseada, pero
incumplida, frase.
En días pasados el otrora Santos Yorme – pseudónimo de
Pompeyo Márquez en la dictadura perejimenista – afirmó que SEMBRAR EL PETROLEO
es una frase que pertenece a Alberto Adriani y no a Arturo Uslar Pietri.
Solicité a Román Duque Corredor, que preside la Fundación Alberto Adriani, su
opinión, y, de manera parcial, textual, copio lo que me dijo: “Que visión de
quien concibió el petróleo como una semilla y que el ilustre Uslar Pietri acuñó
en una frase. El legado de Adriani ha sido incumplido por falta de sembradores
del petróleo”.
Los resultados de Noruega de la siembra de su petróleo han
sido, primer lugar en el mundo, durante años consecutivos en Desarrollo Humano.
La ONU se basa en tres dimensiones para afirmarlo: “vida larga y saludable,
conocimientos y nivel de vida digno” y un fondo soberano en dólares de
1.000.000.000.000, el más grande de la tierra. Se calcula que, para el 2020,
alcanzará el millón de millones de dólares.
Me consta que es un país de libertad, de respeto por el
Estado de Derecho, de seguridad social expresada en hospitales públicos cinco
estrellas, de humanismo a toda prueba, monárquico y parlamentario, de
democracia social y políticas igualitarias que les permite tener una sociedad
homogénea, de enorme confianza en su gobierno, que respeta la vida y la propiedad privada. Sus
trabajadores trabajan duro, los impuestos son caros, aunque tratan de ser
competitivos, los salarios les garantizan calidad de vida. Entretanto, en otros
países - ¿Venezuela entre ellos? – el petróleo ha servido para crear enormes
diferencias sociales entre ricos y pobres, con calidad de vida precaria.
Es Noruega un país de gente feliz, que sabe que su gobierno
trabaja con la razón, con sano pragmatismo y no con la fuerza. Que es previsivo
y ya se prepara para enfrentar con políticas fundadas en la ciencia y la
tecnología, cuando el petróleo y el gas se acaben. Ya han comenzado a actuar en
esa dirección. Hay autos eléctricos rodando por la hermosa geografía vikinga.
Sus dirigentes y su gente en general, no muestran gastos
ostentosos, no hay lujosos autos con vidrios ahumados, ni se es propietario de
caballos de paso, ni tiendas de carteras de marca, ni clubes nocturnos exclusivos,
ni hay ricos súbitos o de la noche a la mañana, ni se asaltan los recursos que
provienen de esa riqueza. La corrupción campea por su ausencia.
La Universidad de Columbia de Nueva York declaró a Noruega
uno de los países más felices del mundo. La esperanza de vida al nacer es de
81.3 años, su escolaridad es de 12.6 años y el ingreso bruto per cápita es de
48.688 dólares anuales.
Saquen la cuenta, amigos lectores, de cuánto es el salario mínimo venezolano: unos 50 dólares
mensuales; lo mismo, que el monto de la pensión de los ancianos, y cuánto será
el fondo soberano de reserva de nuestro país.
Decía Mario Briceño Iragorry que “nadie puede negar la
ventaja que la República ha podido derivar de las fuertes sumas… devinientes
del petróleo. En cambio, nadie se atreve a negar tampoco que la falta de
sentido patriótico y la ausencia de espíritu de previsión han hecho de la
abundancia venezolana un instrumento de disolución nacional propicio a la
apertura de caminos de corrupción y de molicie… Gracias a la posibilidad de
gastar a mano abierta, se ha tirado el dinero al voleo, hasta hacer el país una
inmensa mina realenga que privilegiados indígenas y forasteros (éstos con mayor
provecho) procuran explotar a sus anchas”. (Habla la Historia al presente en
Mensaje sin Destino, del insigne venezolano citado).
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo