“La paz se construye día a día en la búsqueda del orden
querido por Dios y solo puede florecer cuando cada uno reconoce la propia responsabilidad para
promoverla” (Pablo VI; Pío XI).
Estamos inmersos en un planeta con graves conflictos.
Francisco ha afirmado que “la tercera guerra mundial ya se inició”. Hay conflictos
en las familias, en las relaciones interpersonales, en el trabajo, en la
sociedad; se producen por causas tales como el egoísmo, el afán de ganancia a
como dé lugar, poder, dinero, de “corazones corrompidos” que, para vender armas,
“especulan con la guerra”, narcotráfico y de ilícitos de todo pelaje. La
palabra luce incendiaria en los líderes y con ella generan violencia. Injusticia
por doquier. Esta no se combate con la violencia. La violencia genera más
violencia. La guerra más guerra. Como la paz, más paz.
Yo soy de los que me declaro abiertamente antibelicista,
porque la guerra no tiene sentido. Destruye. Es degradación del ser humano. Sus
pasiones, las más bajas, salen a flote y es la bestialidad la que le anima a
matar, con desprecio absoluto por la vida. Tristemente se ha popularizado la
decapitación – cortar la cabeza - que me hace recordar cuando Tomás Moro fuera
víctima de ella, por no traicionar la fe en Cristo, su fidelidad a la Iglesia
Católica. Por no apartarse de Roma.
A los guerreristas hay que aplicarles mano firme y corazón
grande como, en su momento, afirmara Álvaro Uribe en contra de una guerrilla
que perdió su brújula principista y el contacto con la realidad colombiana que
clama por la paz. Lo sostiene el sacerdote católico Leonel Narváez Gómez en La
Revolución del Perdón. La Habana es hoy escenario de un nuevo intento por
lograrla. Dios quiera que sea pronto.
El fusil ha sido el camino de algunos que, luego, se han
arrepentido. El camino es Cristo, el centro de mi vida. La Biblia, en mano, es
la vía, es el camino, que conduce al perdón,
la reconciliación y la paz.
Hay expertos internacionales en la resolución de conflictos
que conocen la existencia de Medios Alternativos de solución de guerras o
confrontaciones similares.
Esos Medios
Alternativos de Resolución de Conflictos (MARC), tales como la Negociación, la
Mediación, la Transacción, la Justicia de Paz, la Sinergia, el Perdón y la
Reconciliación, son más eficaces que la guerra. Esta, destruye. La Paz
construye, genera más paz, lleva al progreso, al bienestar, a la tranquilidad
de los pueblos.
El diálogo, del cual se habla tanto a nivel internacional y
nacional, necesita del uso de esos Medios. Creo que el mejor de todos es la
sinergia, que es cooperación, donde nadie pierde y todos ganan (Covey, tiene un
libro, La Alternativa, que debiera ser leído por todos, que desarrolla la
sinergia). Los conflictos necesitan de creatividad, de conciencia social para
sacar del marasmo al planeta y convertirlo en el Reino de Dios a plenitud.
Parece que los tradicionales necesitan el refuerzo de los MARC, o ¿Su
sustitución?
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Rafael Inciarte Bracho
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