Con el nombre Impresiones haré comentarios acerca de libros, ensayos, artículos de prensa que haya leído durante la semana. Comienzo con la obra denominada Cuando lo que Dios hace no tiene sentido, de James Dobson.
La fe es la convicción de lo que no se ve aún cuando lo que Dios haga no tenga sentido para nosotros.
La fe es la fortaleza. La robustece las pruebas que están constituídas por los sinsabores, tormentas, tentaciones, sufrimientos, que experimentemos en la vida.
Esas pruebas deben llevarnos a creer más en Dios, en Jesucristo, su hijo, y en el Espíritu Santo.
Dios nos dará la vida eterna que debemos ganarla con una vida dedicada a servir y dar, amando al prójimo como a uno mismo. Dios no nos olvida nunca. Sabe en qué momento actúa. Yo tengo experiencias en ese sentido.
El, con esas pruebas, sabe dónde debe uno estar. Entrar a analizar su Voluntad es poco confiable porque es pretender ser Dios y cada vez que esto ocurre los desastres no se hacen esperar. Lo mismo sucede cuando nos olvidamos de Dios y pensamos y actuámos creyendo que el bien y el mal es lo mismo.
La oración sirve para que nuestra fe se haga poderosa en toda circunstancia. Las circunstancias cambian por la acción de Dios y generalmente el incrédulo se sorprende.
Hay que orar sin cesar por la paz mundial; orar para que no haya hambre; orar por el bien para combatir al mal y sus fuerzas; repito, orar sin cesar.
El buen nombre no lo destruye nadie. Más vale el buen nombre que las muchas riquezas, lo dice Proverbios en la Biblia.
Crear riquezas no es malo. Malo es si son producto de la maldad, o si su uso es para lo innoble. La riqueza debe estar al servicio del bien, de la generosidad, de la construccción de buenas obras, de la solidaridad y de ayudar al que lo necesite.
Yo sólo le pido a Dios pocas necesidades, entre ellas, la necesidad de servir bien a los demás.
Este libro, primero de Impresiones, que son las ideas que devinieron en mi, producto de su lectura, me lo obsequaron en el Día del Padre, mis hijos. Gracias les doy.
La fe es la convicción de lo que no se ve aún cuando lo que Dios haga no tenga sentido para nosotros.
La fe es la fortaleza. La robustece las pruebas que están constituídas por los sinsabores, tormentas, tentaciones, sufrimientos, que experimentemos en la vida.
Esas pruebas deben llevarnos a creer más en Dios, en Jesucristo, su hijo, y en el Espíritu Santo.
Dios nos dará la vida eterna que debemos ganarla con una vida dedicada a servir y dar, amando al prójimo como a uno mismo. Dios no nos olvida nunca. Sabe en qué momento actúa. Yo tengo experiencias en ese sentido.
El, con esas pruebas, sabe dónde debe uno estar. Entrar a analizar su Voluntad es poco confiable porque es pretender ser Dios y cada vez que esto ocurre los desastres no se hacen esperar. Lo mismo sucede cuando nos olvidamos de Dios y pensamos y actuámos creyendo que el bien y el mal es lo mismo.
La oración sirve para que nuestra fe se haga poderosa en toda circunstancia. Las circunstancias cambian por la acción de Dios y generalmente el incrédulo se sorprende.
Hay que orar sin cesar por la paz mundial; orar para que no haya hambre; orar por el bien para combatir al mal y sus fuerzas; repito, orar sin cesar.
El buen nombre no lo destruye nadie. Más vale el buen nombre que las muchas riquezas, lo dice Proverbios en la Biblia.
Crear riquezas no es malo. Malo es si son producto de la maldad, o si su uso es para lo innoble. La riqueza debe estar al servicio del bien, de la generosidad, de la construccción de buenas obras, de la solidaridad y de ayudar al que lo necesite.
Yo sólo le pido a Dios pocas necesidades, entre ellas, la necesidad de servir bien a los demás.
Este libro, primero de Impresiones, que son las ideas que devinieron en mi, producto de su lectura, me lo obsequaron en el Día del Padre, mis hijos. Gracias les doy.
Para muchos no tiene sentido la vida, para otros es un tesoro que jamás encuentran, para mi, aquella en la cual le debes dar gracias a todo aquel que haga algo por ti, porque alli esta DIOS. Alli se concentra todo, alli esta la vida. Hay que apurarse, para no perder ese tren que la vida te presta, montarse y bajarse, de eso se trata, pero no dejarlo ir, porque luego es tarde. El arrepentimiento se creó, sin embargo, para solapar esos errores que cometemos día a día.
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