Cuando las noticias informan que el Medio Oriente se está democratizando indudablemente que siento alegría. Si alegría. Porque pudiéramos estar en el inicio de la paz en esa conflictiva región si admitimos que la democracia es un fin para la solución civilizada de los problemas, pero siento tristeza cuando en otros sitios del planeta se niega o corre peligro la existente, como son los casos de Cuba y Venezuela, por sólo señalar algunos. Ver a Irak, a Palestina votando despierta la esperanza en un mundo distinto al de la violencia y el terror.Significa que son pueblos dispuestos a lograr la convivencia y la tolerancia ante las diferencias.
Hablar de democracia forzosamente nos lleva a recordar cuáles son los valores de Occidente y de Estados Unidos de América. Valores que, en momentos de agonía resurgen con mayor fuerza quizas como consecuencia de un proceso de autocrítica, que es uno de sus méritos. Quizas en estos momentos, Occidente debería hacerse esa autocrítica para ver si errores del pasado y por qué no del presente, al solucionarlos puedan contribuir con la paz en la Tierra.
Vuelvo a la idea central de estas notas, que es recordar la existencia de los valores occidentales. El primero de todos es la libertad. Sin ésta no puede haber progreso entendiendo por tal el respeto de los derechos humanos. La libertad es contraria al comunismo y a todo tipo de totalitarismo o autoritarismos.
La cultura occidental ha llevado a la conciencia de muchos que lo mejor para conseguir convivencia, tolerancia y pluralismo es que hayan gobiernos limitados, regidos por leyes, por un poderoso estado de derecho. Gobiernos que respeten a las minorías y a los individuos. La democracia debería contar con una fuerza que le permita autodepurarse de desviaciones.
Otros valores son el respeto de la libertad de expresión, del derecho de propiedad privada, de la libertad religiosa. del derecho del voto, a la libertad individual y a la economía de mercado
Con esos valores funcionando se crea un ambiente donde con un gobierno eficiente, capaz y honesto, con una sociedad civil poderosa, la gente puede ser digna y decorosa.
Hablar de democracia forzosamente nos lleva a recordar cuáles son los valores de Occidente y de Estados Unidos de América. Valores que, en momentos de agonía resurgen con mayor fuerza quizas como consecuencia de un proceso de autocrítica, que es uno de sus méritos. Quizas en estos momentos, Occidente debería hacerse esa autocrítica para ver si errores del pasado y por qué no del presente, al solucionarlos puedan contribuir con la paz en la Tierra.
Vuelvo a la idea central de estas notas, que es recordar la existencia de los valores occidentales. El primero de todos es la libertad. Sin ésta no puede haber progreso entendiendo por tal el respeto de los derechos humanos. La libertad es contraria al comunismo y a todo tipo de totalitarismo o autoritarismos.
La cultura occidental ha llevado a la conciencia de muchos que lo mejor para conseguir convivencia, tolerancia y pluralismo es que hayan gobiernos limitados, regidos por leyes, por un poderoso estado de derecho. Gobiernos que respeten a las minorías y a los individuos. La democracia debería contar con una fuerza que le permita autodepurarse de desviaciones.
Otros valores son el respeto de la libertad de expresión, del derecho de propiedad privada, de la libertad religiosa. del derecho del voto, a la libertad individual y a la economía de mercado
Con esos valores funcionando se crea un ambiente donde con un gobierno eficiente, capaz y honesto, con una sociedad civil poderosa, la gente puede ser digna y decorosa.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo