Estamos en el ambiente centenario de el nacimiento de Nelson Mandela.
Estoy releyendo su libro Conversaciones conmigo mismo, que el liderazgo nacional venezolano debería leer.
Ante la urgencia en Venezuela, de la Unidad Nacional, de todos los que no quieren este gobierno, incluyendo los numerosos disidentes chavistas e incluso de maduristas descontentos, se requiere un liderazgo dinámico que comprenda la importancia de la unidad nacional, de la paz y la reconciliación. Un liderazgo con visión de futuro y al que le conmueva la realidad desesperante del venezolano.
Hay que poner en funcionamiento los puentes construidos y los por construir con la finalidad de hallar una fórmula para la paz y la estabilidad. Todos los políticos deben estar al tanto de los enormes desafíos que afronta Venezuela. Basta de protagonismo o egotismo. La tragedia, el desastre, el hambre, la miseria, la delincuencia, corrupción, hiperinflación, falta de un buen servicio de electricidad, de transporte, de salud, de seguridad alimentaria, etc., lo demanda.
Tienen que asumir un compromiso con el venezolano de aquí y de allá, de ponerle coto a la dispersión o diáspora que inunda de lágrimas a la fracturada familia venezolana.
Ya basta de insultos mutuos, de desacréditos, que solo contribuye a darle fuerza a extremistas que aprovechan la tensión.
Es momento del perdón. Es momento de reconciliación nacional. De resolver los problemas por medios pacíficos. De hablar con el régimen, con el enemigo, acorde con recomendaciones de las Naciones Unidas, de llegar a Acuerdos que beneficien a un pueblo urgido de políticas humanitarias, de libertad, de que se llegue a aprobar elecciones libres con observadores internacionales imparciales y con un nuevo cne confiable para todos.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo