“No me rechaces ahora en la
vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones” (Sal 71, 9)
No voy a hablar de países como el
nuestro, donde familias, Estado y sociedad en general, se olvidan de sus
ancianos. No es un caso aislado escuchar que, lo dejaron en un geriátrico – si
es privado, con los gastos pagos por un tiempo – y jamás lo visitan, ni
siquiera una llamada. El Estado o los gobernantes, como se enriquecen, salvo
pocas excepciones, no se ocupan de los geriátricos (recientemente, murieron por
hambre 25 ancianos por falta de comida en uno a cargo del gobierno nacional),
la seguridad social es casi inexistente, creen que, con las propinas que dan de
25 dólares, importe mensual indignante de las pensiones del IVSS, ya todo está
bien, cuando los están enviando al barranco, a la muerte porque no alcanza para
nada, entiéndase, alimentos, medicinas, etc., lo básico.
Narro ahora dos experiencias.
Una, dramática. La potencia del mundo tiene un sistema laboral perverso, no hay
seguridad social. Anciano, quebrados por los años, cargando cajas… da dolor
verlos. Ni tienen salud ni tienen pensiones ni jubilaciones, porque no pueden
acceder o comprar seguros médicos. Esto ocurre en EE.UU.
La otra experiencia. Un modelo:
Noruega.
He tenido, junto a mi esposa, la
oportunidad de visitar ese país varias veces. Nuestra hija es ciudadana noruega
y tenemos una nieta nacida allá. Visiten, apreciados gobernantes y políticos,
lo mismo que los médicos, principalmente, a ese país escandinavo y apreciarán
un modelo donde la Economía está al servicio del hombre y no éste al servicio
de las ganancias milmillonarias de élites codiciosas, enfermas de avaricia, de
corrupción, de todo tipo de ilícitos… Allí los viejitos son reyes. Los
gobernantes no le pegan a una viejecita por protestar por hambre. ¡Vayan
carajo! Chávez fue y poco o mejor nada hizo por implantar ese modelo de
justicia social en Venezuela.
No sé si fue de Bolívar; pero a
él se le atribuye: Que el mejor gobierno es aquel que es capaz de garantizar la
mayor felicidad posible al pueblo. Estos “bolivarianos” han acuñado: La mejor
forma del gobierno es la del socialismo del SSXXI capaz de garantir la mayor
suma de infelicidad posible. Para muestra un botón: La realidad dramática que “vive”
la “patria segura”.
Hay pueblos africanos,
paupérrimos en lo económico, y a los ancianos se les venera, se les honra y se
les cuida. No es asunto de riqueza sino de buen corazón de carne y no de
piedra. Es de amor al prójimo, consecuencia del amor a Dios y a sí mismo.
Yo comulgo plenamente, súper
convencido, con Francisco, cuando quizá, atendiendo al grito de los ancianos,
dice: “!Cuanto quisiera una Iglesia que desafíe la cultura del descarte con la
alegría desbordante de un nuevo abrazo entre los jóvenes y ancianos!”
Los padres pudieran hacer mucho
más de lo que hacen para que sus niños amen, respeten, quieran a sus abuelos y
sean capaces de respetarles así no tengan razón, y no que les peguen o amenacen
con pegarles sin respetar su fragilidad o debilidad, o les falten con palabras
ese debido deber. Son palabras de san Juan Pablo II, que agrega: “Muchas veces
son los abuelos quienes aseguran la transmisión de los grandes valores a sus
nietos, y muchas personas pueden reconocer que deben precisamente a sus abuelos
la iniciación a la vida cristiana”.
Recomiendo leer Amoris Laetitia del Papa
Francisco, Números 191 -193; dedicada a los ancianos.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo