Con el lema “Vence la indiferencia y conquista la paz”, el
Santo Papa Francisco, el 1 de enero de 2016, dictó su mensaje acerca de la paz
en el mundo actual, atendiendo así a una tradición que iniciara Pablo VI, hace
49 años.
Procedo a hacer un resumen de tan importante mensaje, quizás
agregando mi impronta.
A Dios le importa la humanidad y no es indiferente ante sus
sufrimientos, por eso la acompaña siempre. Nos invita a todos a trabajar por la
justicia y por la paz.
La paz es un don de Dios para llevarlo a la práctica. Estamos
obligados a ser sus constructores. La guerra y los actos terroristas no pueden
hacer que perdamos la esperanza. No a la
resignación. No a la indiferencia.
Que el 2016 sea el año del respeto permanente a la dignidad
de todo hombre y de toda mujer en el planeta. Es año de Misericordia, tanto
espiritual como corporal o material. Es año para que cada día practiquemos o,
mejor, hagamos una obra de misericordia para que tengamos un mundo mejor.
Es un año para el diálogo mundial permanente como hecho
normal y consuetudinario. Que ningún problema le sea ajeno. La solidaridad y el
respeto mutuo deben encabezar su agenda.
2016 para “perdonar y dar”, de abrirse a la periferia para
preocuparse por llevar a cabo el bien común internacional y nacional, venciendo
la “globalización de la indiferencia”, para que no haya un falso humanismo y un
materialismo práctico, combinados con pensamiento relativista y nihilista.
2016 es el año de la compasión y de la apertura de la
conciencia en sentido solidario. Es de un NO a la educación que domestique y de
un NO a la corrupción que es un cáncer social.
La Casa Común es prioritaria. No dejemos de tener en mano la encíclica
de Francisco Laudato Si.
La conciencia humana sin Dios en el corazón es causa de
violencia sin medida. No respeta la vida.
Las políticas económicas deben garantizar el bienestar de
todos y de la nación en general.
Las injusticias nefastas por insaciable demanda de recursos
naturales han de ceder para dar paso a la seguridad y a la paz social. La
conversión del corazón de ver al prójimo como hermano y no como esclavo, lleva
a la responsabilidad con el hermano. Que la sangre de tu hermano no me grite
desde el suelo.
Jesús enseña a ser misericordiosos con los hermanos. La
misericordia es el corazón de Dios. Dios es amor.
Que en este año 2016 proliferen los oasis de misericordia en
donde hayan cristianos. Que el programa sea: amor, compasión, misericordia y
solidaridad.
Que todo lugar sea de apertura al otro y a lo trascendente
mediante la educación en las familias y en los educadores (Maestros, medios
culturales, familia, medios de comunicación social, periodistas, fotógrafos,
defensores de las derechos humanos, misioneros, sacerdotes, etc.).
Acoger a los emigrantes y refugiados. Ayudar a los enfermos,
cuidar a los niños y ancianos.
Siempre al servicio de la verdad y no de intereses
particulares. Apego a lo jurídico y a la moralidad lícita.
Mejorar las condiciones carcelarias. Hacerlas más humanas.
Crear fuentes infinitas de trabajo digno. Mensaje especial
para los Estados.
Evitar guerras y conflictos que arrastren a pueblos.
Pidamos a la Virgen María interceda ante su Hijo
por la justicia y la paz en el mundo. Oremos.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo