El día viernes, 11 de julio, próximo pasado, la Conferencia
Episcopal de Venezuela (CEV), en su CII Asamblea, recientemente celebrada con
los Obispos y una calificada representación de los presbíteros de las diócesis
y vicariatos apostólicos, publicó sus reflexiones que, todos los católicos, y
personas no católicas, pero de buena voluntad, debemos leer e internalizar en
nuestras conciencias.
Las reflexiones abordan la situación nacional actual, invitan
al estudio y profundización de la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” y
la convocatoria para la realización de una Asamblea Nacional de Pastoral 2015.
Se hizo un reconocimiento, muy merecido a los sacerdotes que,
en su gran mayoría, se esfuerzan por guardar “integra fidelidad a sus
compromisos y su trabajo produce como los campos del sembrador del Evangelio”
(Mt 13, 23). Ellos, son “estímulo y ejemplo para todo el Pueblo de Dios y
fomento de las vocaciones” (CPV no. 27), que, cada día, se requieren en
abundancia.
A nuestros pastores les toca a diario, en medio de un país
polarizado en lo político, “tender puentes para propiciar el encuentro entre
adversarios, y promover la reconciliación de nuestro pueblo… Actuar movidos por
Jesús que dijo antes de su Pascua” te ruego por ellos, para que sean uno, como
tú y yo somos uno… (Conc. Vat. II no. 1 . Lumen Gentium). Son puentes para ir
tejiendo desde abajo la Unidad de los
venezolanos, sin distingos de ningún tipo.
Las reflexiones no podían pasar por alto la Exhortación de
nuestro Santo Papa, y, en este sentido, la CEV se refiere a la invitación de
Francisco de leer, meditar y poner en práctica la “Evangelii Gaudium”, que, no
es otra cosa que la tan deseada transformación misionera de la Iglesia.
Anunciarla con alegría en el contexto de sufrimientos, confrontaciones,
violencia, y del drama que muchas veces caracteriza nuestra historia actual (EG
no. 10).
La Iglesia ha de ser siempre como quiso su Fundador. Con la
mano extendida con franqueza, con cordialidad, con deseo de hacer el bien a
todos, acorde con la característica fundamental del Cristianismo, que debe
conservar y profundizar en las actuales circunstancias (EG no. 24).
La Iglesia existe para evangelizar, lo recordaba Pablo VI en “Evangelii
Nutiandi”, no. 14. Anunciar en primer lugar a Jesucristo, la salvación obrada a
través de su misterio pascual. Y más allá de realidades espirituales y la vida eterna,
anunciar aspectos socio-políticos, como la inclusión de los pobres, la paz y el
diálogo.
Haciendo uso de un legítimo derecho de opinar, sobre todo
aquello que afecte la vida de las personas, nuestros pastores promueven el
desarrollo integral de cada ser humano (EG no. 218). Es tarea evangelizadora,
es servicio, es un deber, la defensa de la dignidad humana, y del bien común,
del pueblo venezolano, que sufre la violencia, la inseguridad, la criminalidad
cruenta, el desabastecimiento, las largas y humillantes colas para obtener el
mínimo sustento necesario, el alza constante del costo de la vida, las
sucesivas devaluaciones de la moneda, controles excesivos a la actividad
productiva, las fallas de servicios fundamentales como el agua y la luz
eléctrica. Todo este padecimiento de la familia venezolana ante la indiferencia
de quienes deben resolver estos problemas, más interesados en la pantalla
ideológica que de los pobres.
Se agrava el drama, descrito acorde con la verdad, con la
pretensión de imponer un modelo político totalitario (CEV. Presidencia.
Mensaje. “Responsables de la Paz y el Destino Democrático de Venezuela”
2-4-2014. No. 2) y un sistema educativo ideologizado.
Se pretende desde ya, que la Asamblea Nacional de Pastoral,
sea una contribución para el reencuentro de los venezolanos y la reconstrucción
del país. Para transmitir la fe en Jesucristo, que nos ama, que dio su vida
para salvarnos y ahora está vivo para salvar a Venezuela, para iluminarnos,
fortalecernos y liberarnos. Se hará una contribución a la aplicación de las
directrices del Concilio Plenario de Venezuela.
La Iglesia en el compromiso evangelizador quiere “saber decir
una palabra de aliento al abatido” (Is 50, 4), con la luz de la esperanza cristiana,
que nunca defrauda (Rm 5, 5), que está cimentada en la palabra y la promesa de
Dios.
Los Obispos piden a la Virgen Santísima su intercesión en
este caminar. A nuestra Madre de Coromoto, para que nos acompañe. Ella siempre,
amorosamente, camina con su Iglesia.
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Rafael Inciarte Bracho
Escritos en el Tiempo