La mejor riqueza de un país es su capital humano, o mejor, sus hombres y mujeres. Es de apreciar al ser humano como centro, autor y fin de toda la vida económica – social. Es el principal recurso a salvaguardar y valorar. Hacerlo con la persona en su integridad (Gaudium et spes, No. 63).
La exposición en este trabajo tiene la orientación de la Encíclica Cáritas in veritate que aborda la cuestión social así como, en su momento, lo hicieron otras, empezando por la Rerum novarum.
Todo gobierno debe velar por la felicidad de sus gobernados, para que, en términos bolivarianos, “haya la mayor suma de felicidad posible”. En momentos de crisis económica financiera “el lujo pulula junto a la miseria”. Reinan el egoísmo, la avaricia, la corrupción, “banqueros de la noche a la mañana”, aguinaldos millonarios para unos pocos y obreros recibiendo tan poco que una hallaca estará fuera de su alcance en estos tiempos de Navidad.
Hay países donde el Índice de Felicidad Colectiva los ubica en los primeros lugares, puedo señalar, a Noruega, Canadá, Irlanda, por sólo señalar algunos donde el hambre no existe y la pobreza casi que no se ve.
Precariedad laboral se exterioriza en aquellos regímenes que les quitan a sus trabajadores sus posibilidades de luchar, a través de sus sindicatos, por mejores condiciones de vida para ellos y sus familias. Es incurrir en violación de derechos humanos fundamentales como el derecho a la vida y a la libertad de asociación.
Los sistemas de previsión y protección no pueden fallar. La seguridad social tiene que ser garantizada. Los servicios públicos no deben fallar.
Los pueblos del mundo tienen necesidad de justicia social. La lucha de ellos es global como global se ha hecho el mercado en detrimento de la felicidad de los trabajadores.
Benedicto XVI citando la Doctrina Social de la Iglesia, invita a dar vida a asociaciones de trabajadores para defender sus propios derechos, a ser respetadas, hoy más que ayer, y agregaría, a no ser perseguidos ni asesinados o presos los trabajadores por sus reclamos justos y necesarios.
La exposición en este trabajo tiene la orientación de la Encíclica Cáritas in veritate que aborda la cuestión social así como, en su momento, lo hicieron otras, empezando por la Rerum novarum.
Todo gobierno debe velar por la felicidad de sus gobernados, para que, en términos bolivarianos, “haya la mayor suma de felicidad posible”. En momentos de crisis económica financiera “el lujo pulula junto a la miseria”. Reinan el egoísmo, la avaricia, la corrupción, “banqueros de la noche a la mañana”, aguinaldos millonarios para unos pocos y obreros recibiendo tan poco que una hallaca estará fuera de su alcance en estos tiempos de Navidad.
Hay países donde el Índice de Felicidad Colectiva los ubica en los primeros lugares, puedo señalar, a Noruega, Canadá, Irlanda, por sólo señalar algunos donde el hambre no existe y la pobreza casi que no se ve.
Precariedad laboral se exterioriza en aquellos regímenes que les quitan a sus trabajadores sus posibilidades de luchar, a través de sus sindicatos, por mejores condiciones de vida para ellos y sus familias. Es incurrir en violación de derechos humanos fundamentales como el derecho a la vida y a la libertad de asociación.
Los sistemas de previsión y protección no pueden fallar. La seguridad social tiene que ser garantizada. Los servicios públicos no deben fallar.
Los pueblos del mundo tienen necesidad de justicia social. La lucha de ellos es global como global se ha hecho el mercado en detrimento de la felicidad de los trabajadores.
Benedicto XVI citando la Doctrina Social de la Iglesia, invita a dar vida a asociaciones de trabajadores para defender sus propios derechos, a ser respetadas, hoy más que ayer, y agregaría, a no ser perseguidos ni asesinados o presos los trabajadores por sus reclamos justos y necesarios.